miércoles, 3 de septiembre de 2025

ORAR Y ACTUAR: SIEMPRE AMANDO

  

Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron a Jesús que la sanase. Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre la dejó. Al momento, ella se levantó y se puso a atenderlos.
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. De muchos enfermos salieron también demonios que gritaban:
– ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al amanecer, Jesús salió de la ciudad y se dirigió a un lugar apartado. Pero la gente le buscó hasta encontrarle. Querían retenerlo para que no se marchase, pero Jesús les dijo:
– También tengo que anunciar las buenas noticias del reino de Dios a los otros pueblos, porque para esto he sido enviado. Así iba Jesús anunciando el mensaje en las sinagogas de Judea.

Jesús, con el ejemplo de su vida, nos enseña cómo debe ser nuestra relación con el Padre. Hemos de orar ciertamente. Él lo hacía cada día y con profundidad. Apartándose, meditando. Pero luego, el resto del día su unión con el Padre se concretaba en el amor, en la entrega a los demás. Es el camino del cristiano: orar y actuar, amando.

"Jesús no es un milagrero ni un curandero. Su misión es anunciar el reino de Dios. Y eso incluye hablar, predicar, catequizar pero también incluye necesariamente atender, cuidar, servir, querer, perdonar, crear fraternidad, hacer justicia, estar cerca de los pobres…
Lo digo porque para algunos lo principal y casi exclusivo de la Iglesia y de la fe es la línea vertical, la relación directa de cada persona con Dios. Esto se ve en las personas, muy católicas ellas, sacerdotes incluso, para las que instituciones de la Iglesia como Caritas, son entendidas como una especie de ONG pero que no es esencial en absoluto para la Iglesia ni para la vida de la comunidad cristiana. Para ellos, lo fundamental es la oración y sobre todo la liturgia, entendida como ese momento íntimo donde parece que se hace posible el encuentro del alma con Dios.
Pero la realidad es que Jesús plantea las cosas de un modo diferente, diametralmente opuesto. La relación con Dios no es directa sino que pasa necesariamente por el hermano. Y, creo que se puede decir sin miedo, por el hermano más pobre y necesitado. La liturgia, la oración es siempre comunitaria y necesita estar abierta a la presencia no solo del resto de la comunidad cristiana sino de la humanidad entera porque todos somos hijos e hijas de Dios.
Por eso, Caritas no es un apéndice del que se pudiera prescindir en la Iglesia sin mayor problema. Es parte fundamental del anuncio evangelizador. Cuando digo Caritas, me refiero también a tantas iniciativas y asociaciones de cristianos que se dirigen a atender a los más necesitados sean o no sean cristianos. Porque el amor de Dios es universal y no atiende a fronteras de ningún tipo.
El texto evangélico de hoy nos debe ayudar a no quedarnos en las exposiciones místicas, en la contemplación, que no tiene sentido sino no está imbuida de lo que es verdaderamente urgente: atender a los hermanos. Y si la necesidad es urgente, hasta la oración hay que dejarla. Porque el hermano siempre tiene preferencia."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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