lunes, 8 de noviembre de 2010

JUNTOS PERO NO REVUELTOS


 Una de las cosas más complicadas en la amistad, es saber guardar las distancias. Saber permanecer cada uno en su sitio. Una de las mayores tentaciones es la de ser posesivos. Pensamos que el otro no sabrá vivir sin nuestra ayuda y lo que hacemos es ahogarlo, impedir su crecimiento.
Este fragmento de "El Profeta" de K. Gibran, nos lo recuerda:

Cantad y bailad juntos,
alegraos,
y que cada uno de vosotros conserve su soledad,
como las cuerdas de un laúd,
que están solas,
aunque vibren con la misma música.
Y permaneced juntos,
pero no demasiado próximos,
porque los pilares del templo están separados,
y ni el roble ni el ciprés crecen bajo la sombra uno del otro. 

5 comentarios:

  1. Gràcies per posar aquest retall d'en Gibran.

    Una abraçada!

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  2. Así es, la verdadera amistad consiste en aceptar al otro como es,y no querer que actue como a nosotros nos parece correcto, solo dar consejo , si nos lo pide,y ofrecer nuestro apoyo cuando sufre...y sobre todo, saber perdonar, cuando surgen desavenencias y valorar su amistad por encima de el orgullo. Un abrazo.

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  3. Bravo! Aquesta reflexió l'hauríem i l'haurien de tenir sempre present, les persones. Es pot aplicar a l'amistat i també a les relacions de parella. Sovint ofeguem i ens ofeguen, amb allò de que "ho faig pel teu bé, de tant que t'estimo". La meva àvia sempre deia, referint-se a aquest tema: "De tanto que te quiero te apuñego".
    Gibran és, per a mi, un dels més grans poetes que han existit. Tant serveix per als creients com per als que no ho són. Gràcies per recordar-lo aquí.
    Una abraçada sense ànim d'ofegar.

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  4. Hola Joan Josep, me parecen unas normas, para una amistad solida y que no se deslice hacia un quebranto inmidente.
    Por otra parte las beo logicas, he inconscientemente aplicadas por la gente de buena voluntad una abraçada

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  5. Santiago Muñoz Guillén9 de noviembre de 2010, 5:42

    “Amigo es el que conoce la melodía de tu corazón y te la recuerda cuando la has olvidado”. Este pensamiento lo asocio al de K. Gibrán. Las dos cuerdas del laúd se recuerdan mutuamente esa melodía, aunque cada una toca la suya, porque somos seres originales, no copias. Esta originalidad es la impronta que el Creador ha sellado en nuestras vidas, hechas a su imagen. Por eso, ante un hermano, ante un prójimo siempre tenemos que tener una actitud básica de respeto a lo que el otro es, y sobre todo ante lo que el otro puede llegar a ser. Si miramos al otro cómo es o cómo se nos aparenta que es, lo estamos empequeñeciendo, lo hacemos peor. Pero si lo miramos cómo el otro puede llegar a ser, estamos dándole toda la calidad a su vida. Ver al otro como Dios lo ve, sería lo máximo que podríamos hacer por él. Los seguidores de Jesús decimos que Él es nuestro único acceso directo al prójimo. Colocar a Jesús siempre entre mi prójimo y yo es la garantía de un amor que debe ser servicio y no posesión. Debemos dejar al hermano libre para el Señor, a quien pertenece.

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