martes, 1 de febrero de 2011

EL ANACORETA Y EL BARQUITO DE PAPEL...


El Anacoreta y su joven seguidor contemplaban a unos niños que jugaban con barcos de papel. Los dejaban en una corriente de agua que desembocaba en un pequeño estanque. Todos quedaban encallados a medio camino, pero uno de ellos logró alcanzar el final del recorrido y llegar al estanque, entre aplausos, gritos y la alegría de su constructor.
El joven seguidor dijo:
- Ese barquito ha llegado a buen puerto porque ha hecho caso de la corriente. ¿No es una buena imagen de la obediencia? Los demás han querido seguir su propio camino y ninguno ha logrado llegar al fin deseado...
Movió la cabeza el Anacoreta y con una sonrisa pícara en su cara, dijo:
- No es lo mismo obedecer que adaptarse...
Y ante la mirada de interrogación del joven, prosiguió:
- Seguir la corriente no es obedecer. Puede ser simplemente ganas de no buscarse problemas, simple adaptación o comodidad. Discrepar, si se hace correctamente, no es desobediencia.
Paró un momento, porque los niños volvían a gritar ante otro barquito que lograba su objetivo. Luego dijo:
- Un anciano religioso me dijo un día: "Yo he hecho siempre lo que he querido con permiso de los superiores..." Eso no supone necesariamente que ese religioso fue obediente. Si siempre se espabiló para ocultar a su superior aquellas cosas que sabía le negarían, o se las arregló para disfrazar la verdadera intención de sus actos, está claro que nunca recibió un no, pero tampoco obedeció nunca.
Se detuvo un momento, porque los niños volvían a gritar alborozados porque otro barquito alcanzaba la meta. Luego añadió:
- Obedecer no es seguir la corriente. No discrepar, no es necesariamente obediencia. Obedecer es saberse vulnerable ante el otro y no por ello ocultar nuestros deseos. Obedecer es discrepar sin miedo a verse  rechazado. Obedecer es tener la libertad de dar siempre la opinión sin creerme que soy alguien que tiene siempre la razón. Obedecer, cuando definitivamente tenemos que hacer algo que no queríamos realizar, porque el superior o la comunidad han dado su última palabra, es creer que Dios me quiere hacer ir por un camino mucho mejor del que puedo imaginar y que por mí mismo no habría descubierto nunca...
Y el joven seguidor depositó un barquito en la corriente de agua...

5 comentarios:

  1. Me dejas colgada a meditar sobre la obediencia del laico en el mundo actual. Gracias.

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  2. Me ha gustado lo que le díjo al Anacoreta el anciano sacerdote, ya decía mi padre cuando era pequeña, que eso de obedecer parecía que no iba conmigo, sobre todo cuando la respuesta a alguna pregunta de "por qué..." era "porque sí, o porque lo digo yo", nunca se me ha dado bien eso de agachar la cabeza sin más, o simplemente por evitar algún problema, con el paso del tiempo pude comprobar que, en esos casos, los problemas posteriores pueden ser mayores

    Me pasaba de pequeña y me sigue pasando, espero poder seguir teniendo siempre la libertad de discrepar sin miedo y de ser capaz de dar mi opinión, aunque, como muy bien dice el Anacoreta, sin creerme que soy alguien que siempre tiene razón, está claro que entonces no la tendría

    Un abrazo

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  3. "Gehorchen" es la traducción de este verbo al alemán. Si no se le hubiera obedecido al "Führer" el holocausto y los horrores de la II Guerra Mundial se hubieran evitado.
    Este verbo tiene mucho más poder del que imaginamos cuando se le utiliza de mala manera.
    Te dejo un cordial saludo.

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  4. Nunca me gustó la palabra OBEDECER,cuando hay un toque de manipulacion tras ella.
    Prefiero.... responsabilidad,que no silencio.
    Besucos hermano

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  5. ¿Aún quedan niños haciendo barcos de papel junto a los estanques?

    En caso afirmativo, seran niños que no se han sometido a la obeiencia de la wii, de la "psp", de la play station,... de la poderosa publicidad.

    Un saludo

    Adrià Nyel.

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