martes, 25 de diciembre de 2012

LA LUZ DEL MUNDO



"En el principio ya existía la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió  como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo, y aunque Dios había hecho el mundo por medio de él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no le recibieron. Pero a quienes le recibieron y creyeron en él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y de verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio testimonio de él diciendo: 
- A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.
De sus grandes riquezas, todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, nos lo ha dado a conocer."

El prólogo del Evangelio de Juan nos presenta a Jesús como la Palabra y la Luz del mundo. En medio de la noche, de nuestras tinieblas, Él luce mostrándonos quién es el Padre, dónde hemos de encontrar a Dios.
A la humanidad nos cuesta aceptarlo. Aquella noche, Lucas nos dice que sólo unos pastores lo reciben. Unas personas despreciadas por el resto de Israel. Se ha de ser humilde, sencillo, para poder ver esa Luz que nos llega.
Nosotros iluminamos las calles, adornamos los escaparates, hacemos banquetes...pero, seguimos encerrados en nuestro egoísmo, sin ver a Dios allí donde realmente está: en un establo; en el pobre, el enfermo, el perseguido, el necesitado.
La Luz que hoy nos llega nos anuncia que sólo el Amor puede salvarnos. Pero nosotros seguimos buscando el poder, luchando entre nosotros, dividiendo el mundo en clases. 
Nadie a visto jamás a Dios. Jesús nos lo da a conocer: Cuando disteis de comer...vestisteis...disteis de beber...a mí me lo hicisteis... 
Él es la Palabra y la Luz. También nosotros debemos ser Luz y Palabra para los demás. Que quien nos vea, lo vea a Él.
Aquellas personas que esta noche están al pie de la cama de un enfermo...están mucho más cerca de la Navidad, que todos los que haremos ritos y cenas. Aquel misionero que celebrará humildemente la Navidad en el corazón del Tercer Mundo, es de verdad Luz y Palabra para los hombres.
Busquemos, al menos, unos momentos para mirar nuestro interior y darnos cuenta de lo lejos que estamos de seguir sus pasos y ser Luz para los demás. Depositemos hoy a los pies del Niño, el deseo de amar con todas nuestras fuerzas a quienes nos rodean. A los que conocemos y a los que no. Decidámonos a dar nuestra vida por los demás. Y para ello no hace falta hacer grandes cosas. Simplemente vivir cada instante conscientes de su presencia, sabiéndolo ver en todo.

1 comentario:

  1. DESPRES DE LLEGIR, NOMÉS PUC DIR "AMEN"

    Dius en el teu comentari "Se ha de ser humilde, sencillo, para poder ver esa Luz que nos llega.", D'alguna manera hem de ser nens "si no sois como los niños no entrareis en el reino de los cielos".
    y sent nens, Sant Joan Baptista de la Salle serà el nostre àngel. "Apostol de l'ensenyança, àngel dels infants doneu-nos fe i esperança. com vos feu-nos sants"

    Joan Ferré

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