martes, 20 de mayo de 2014

EL ANACORETA Y LA AUTOESTIMA


El joven seguidor llegó a casa malhumorado. El Anacoreta, que se dio cuenta, le preguntó qué le ocurría. El joven respondió:
- Alguien me ha dicho que la autoestima no es un valor cristiano. Que lo propio del cristiano es la humildad.
Rió el Anacoreta. Hizo sentar al joven seguidor y le explicó:
- Hace ya unos años alguien me dijo lo mismo. Estaba en contacto esos días con una muchacha drogadicta, con tres intentos de suicidio a sus espaldas, porque se consideraba una miseria y que no merecía vivir. Pensar en ella hizo que reaccionara demasiado violentamente a esta afirmación. Con más malhumor del que tú tienes ahora.
Guardó silencio pensando lo que iba a decir. Luego continuó:
- Quienes piensan así olvidan que Jesús tenía en cuenta por encima de todo a las PERSONAS. Valoraba a cada uno como alguien único. Y los cristianos debemos hacer lo mismo. Tenemos un concepto falso de humildad. La humildad no es rebajarse, considerarse nada. La verdadera humildad es aceptarnos tal cual somos. La autoestima  es la clave para comprendernos y para comprender a los demás.
Miró a los ojos del joven y concluyó:
- Sin autoestima fracasamos, porque olvidamos que somos únicos a los ojos de Dios, que somos sus hijos, y que tenemos una misión irrenunciable en este mundo: amar. 

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