lunes, 22 de abril de 2019

VOLVER A GALILEA


"Las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero, a la vez, con mucha alegría, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En esto, Jesús se presentó ante ellas y las saludó. Ellas, acercándose a Jesús, le abrazaron los pies y le adoraron. Él les dijo:
– No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y que allí me verán. 
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia llegaron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos jefes se reunieron con los ancianos para, de común acuerdo, dar mucho dinero a los soldados y advertirles:
– Decid que durante la noche, mientras dormíais, los discípulos de Jesús vinieron y robaron el cuerpo. Y si el gobernadore se entera de esto, nosotros le convenceremos y os evitaremos dificultades.
Los soldados tomaron el dinero e hicieron como se les había dicho. Y esa es la explicación que hasta el día de hoy circula entre los judíos."
El ángel envía a las mujeres a dar la noticia a sus hermanos los discípulos. "Que se dirijan a Galilea". Volver a Galilea significa volver a los orígenes. Allá donde Jesús curaba a ciegos, paralíticos, endemoniados... Es allí donde está Jesús resucitado; con los pobres, con los sencillos, con los necesitados.

"El evangelio invita a la Comunidad a hacer memoria, a encontrarse y a construir fraternidad. Allí donde el dolor y la muerte intentaron atemorizar la vida, paralizar la fe y apagar la esperanza, las mujeres del evangelio, tejieron el acontecimiento de la resurrección; memoria (v.8), encuentro (v.9) y misión (v.10) el cual se convirtió en la confesión central de la fe cristiana: Jesús, el Cristo, ¡está vivo, ha resucitado! Comunicar la resurrección, hoy, supone luchar contra la corrosiva enfermedad de nuestro tiempo, y que embarga a la sociedad: la “orfandad espiritual”. Esa orfandad que es “experimentada” cuando se va extinguiendo el sentido de pertenencia a un carisma, a una familia, con los pobres de la tierra, con Dios y su proyecto de humanización, y que desvanece la posibilidad que tenemos de poner en práctica la vocación originaria a la que estamos llamados: a la fraternidad universal. Sintámonos, como hombres y mujeres de fe, motivados por el Espíritu del Resucitado a crear con nuevos sentidos y fidelidad creativa, comunidades memoriosas, de encuentro y fraternas: resucitadas." (Koinonía) 



1 comentario:

  1. "Las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero, a la vez, con mucha alegría, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En esto, Jesús se presentó ante ellas y las saludó. Ellas, acercándose a Jesús, le abrazaron los pies y le adoraron. Él les dijo:
    – No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y que allí me verán.
    Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia llegaron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había sucedido..."

    "El evangelio invita a la Comunidad a hacer memoria, a encontrarse y a construir fraternidad. Allí donde el dolor y la muerte intentaron atemorizar la vida, paralizar la fe y apagar la esperanza, las mujeres del evangelio, tejieron el acontecimiento de la resurrección; memoria (v.8), encuentro (v.9) y misión (v.10) el cual se convirtió en la confesión central de la fe cristiana: Jesús, el Cristo, ¡está vivo, ha resucitado! Comunicar la resurrección, hoy, supone luchar contra la corrosiva enfermedad de nuestro tiempo, y que embarga a la sociedad: la “orfandad espiritual”. Esa orfandad que es “experimentada” cuando se va extinguiendo el sentido de pertenencia a un carisma, a una familia, con los pobres de la tierra, con Dios y su proyecto de humanización, y que desvanece la posibilidad que tenemos de poner en práctica la vocación originaria a la que estamos llamados: a la fraternidad universal. Sintámonos, como hombres y mujeres de fe, motivados por el Espíritu del Resucitado a crear con nuevos sentidos y fidelidad creativa, comunidades memoriosas, de encuentro y fraternas: resucitadas." (Koinonía)

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