martes, 15 de octubre de 2024

VAYAMOS A ÉL

  


Por aquel tiempo, Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso. Porque el yugo y la carga que yo os impongo son ligeros.

La vida no es fácil. Ayer hicieron pública una encuesta en la que se pone de manifiesto que más del 50% de los europeos tienen dificultad para llegar a fin de mes. Si esto pasa en Europa, ¿cómo llegan a final de mes los que viven en países en guerra, o dominados por la sequía? El sábado asistí al entierro de la madre de una alumna de ESO del colegio. Una alumna en plena adolescencia, que además se siente incomprendida por sus compañeros. ¿Cómo se debe sentir ahora?
En el Evangelio de hoy Jesús nos dice: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar." No, no esperemos milagros. Los problemas de esas familias no se solucionarán por arte de magia. Pero si nos sentimos amados, y no hay amor más grande que el de Jesús, los problemas son menos problemas. Esto es una exigencia para nosotros. Si decimos que queremos seguir a Jesús, debemos intentar ser como Él. Es decir, amar como Él. El Amor de Jesús a los que sufren se ha de manifestar a través de nuestro amor. Esa es la carga que Jesús nos impone. Ligera, no porque sea fácil amar a todo el mundo, sino porque Él está con nosotros, nos acompaña y nos ayuda a amar. 

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