Ayer, en el comentario de la liturgia no os puse el vídeo que publica en YouTube, cada domingo, la editorial Verbo Divino. No me llegó a tiempo. Como me ha gustado, quiero compartirlo con vosotros.
lunes, 7 de febrero de 2011
domingo, 6 de febrero de 2011
UNA LUZ COMO LA AURORA...
-Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo."
Hay sectores de la Iglesia que andan muy preocupados por la falta de credibilidad, de influencia (forma eufemística para indicar falta de poder), de vocaciones, que tiene esta institución.
Mira por dónde el evangelio de hoy nos invita a ser sal de la tierra y luz del mundo. Esos mismos sectores empezarán a preguntarse el por qué los cristianos aparecemos al gusto y los ojos del mundo, bastante sosos y apagados. Otros sacarán a relucir grandes concentraciones, jornadas mundiales, para decir que seguimos dando sabor y luz a la sociedad. Aunque al día siguiente de esas manifestaciones todo siga igual...Culparán al Concilio. Otros a que los religiosos nos hemos perdido nuestra espiritualidad. nuestro carisma. No faltará quien diga, que falta orden, disciplina y el seguimiento de una doctrina única. Que eso de la pluralidad no conduce más que al caos.
La liturgia de hoy, en la primera lectura, por boca de Isaías nos dice cómo llevar la luz al mundo:
"Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que va desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora..."
Y verdaderamente, hay muchos cristianos que dedican su vida a compartir, hospedar, vestir...y son verdadera luz sobre el mundo. No una luz cegadora, artificial...sino una luz como la aurora, una esperanza de que el día ya está aquí. Se es luz con el trabajo humilde y sencillo de cada día.
En la segunda lectura, Pablo dice a los corintios que el no se presentó ante ellos con palabras sabias, sino hablando de Cristo crucificado. En Él se ha de fundamentar nuestra Fe. Y hoy, Cristo crucificado es el hambriento, el pobre, el abandonado, las víctimas de la injusticia...
Una Iglesia humilde, pobre, fraterna. Una vida sencilla, compartiendo, amando, sirviendo al hermano...Esta es la vida que nos hará brillar ante el mundo...como la aurora...
En la segunda lectura, Pablo dice a los corintios que el no se presentó ante ellos con palabras sabias, sino hablando de Cristo crucificado. En Él se ha de fundamentar nuestra Fe. Y hoy, Cristo crucificado es el hambriento, el pobre, el abandonado, las víctimas de la injusticia...
Una Iglesia humilde, pobre, fraterna. Una vida sencilla, compartiendo, amando, sirviendo al hermano...Esta es la vida que nos hará brillar ante el mundo...como la aurora...
sábado, 5 de febrero de 2011
EL ANACORETA Y EL CLAMOR DEL PUEBLO...
Aquel día el telediario ocupó la mayor parte de su tiempo presentando imágenes de las protestas en los países árabes. El Anacoreta comentó:
- Me recuerda al libro del Éxodo: "Y dijo el Señor, he oído el clamor de mi Pueblo..."
- Sí - apuntó el joven seguidor - pero ese clamor de hoy me da miedo. Me parece inútil y que desembocará en salir de una opresión para caer en otra peor...
reflexionó unos instantes el anciano y luego dijo:
- Me refería al verdadero clamor. El que no es solamente entusiasmo de masas, actos irreflexivos, violencia...
Cerró la televisión y continuó:
- El verdadero clamor nace del corazón, del interior. Nace del convencimiento de nuestra finitud y nuestra pobreza. Es de ahí de donde nace el auténtico clamor. Nace de la verdadera oración. De una oración que no es intimismo , individualidad, pura estética...De una oración, que no sólo sigue el ritmo de la respiración, sino que también sigue el ritmo de la humanidad, Una oración , que junto a la conciencia del propio cuerpo, toma conciencia de los Otros. Ese clamor se convierte en solidaridad, en lucha por la justicia. Esa es la oración que escucha Dios...
Y los dos se fueron a rezar Completas...
viernes, 4 de febrero de 2011
PADRE NUESTRO
Lo rezamos tantas veces, que quizá no nos damos cuenta de lo que decimos.
Di Padre,
si cada día procuras portarte como hijo
y tratas a los demás como hermanos.
Di nuestro,
si intentas aislarte de tu egoísmo.
Di que estás en el cielo,
si tratas de ver más lo espiritual
y no piensas sólo en lo material.
Di santificado sea tu nombre,
si procuras amar a Dios con todo el corazón,
con toda el alma y con todas las fuerzas.
Di venga a nosotros tu Reino,
si de verdad Dios es tu rey
y trabajas para que él reine en todas partes.
Di hágase tu voluntad,
si la aceptas y luchas por no hacer la tuya.
Di dános hoy nuestro pan,
si buscas compartir con los que no lo tienen
y con los que sufren.
Di perdona nuestras ofensas,
si quieres cambiar y perdonar de corazón.
Di no nos dejes caer en la tentación,
si te esfuerzas en alejarte del mal.
Di líbranos del mal,
si tu compromiso es por el bien.
Y di amén,
si tomas en serio la aportación de estas palabras.
(Nelson Hernández)
jueves, 3 de febrero de 2011
EQUILIBRIO
Matilde de Torres, en su estupendo libro "Detrás de la apariencia" (Ed.Desclée de Brouwer), entre otras muchas cosas, nos presenta la vida como un movimiento en dos direcciones. Todo en la vida es la armonía entre el dar y el recibir. En la naturaleza ese intercambio lo tenemos claro. Respiramos tomando aire para luego soltarlo. Comemos y eliminamos los residuos. El árbol deja caer las flores para que nazcan los frutos y deja caer sus hojas para que puedan brotar otras. A nadie se le ocurriría tomar aire y no soltarlo por miedo a quedarnos sin él. Sería la muerte. El árbol que no dejara caer las flores nunca daría frutos ¿Por qué en nuestra vida no tenemos clara la importancia del equilibrio entre el dar y el recibir?
El miedo hace que nos dediquemos a recibir, a acumular. Luchamos para conseguir más reconocimiento, amor, prestigio, dinero, poder, popularidad, conocimientos...Y luego no sabemos desprendernos de ellos. Es más, consideramos su pérdida como un gran fracaso.
El miedo a que no nos quieran, nos puede llevar al desprendimiento excesivo. A dedicar la vida a dar sin pensar en nuestras necesidades. Eso hace que acabemos agotados y sin fuerzas para seguir nuestra entrega. Tanto unos como otros nos identificamos con nuestros logros: lo que logro atesorar o lo mucho que logro entregarme. En ambos casos estamos matando la vida. Y en ambos casos no encontramos la felicidad. Nos falta descubrir la armonía del equilibrio entre el recibir y el dar.
En la vida espiritual también hemos de encontrar ese equilibrio entre oración y acción, entre meditación y entrega. Sólo así lograremos que la paz anide en nuestro corazón.
miércoles, 2 de febrero de 2011
A MEDIO CAMINO...
Lo vemos estos días. El hombre se cansa de la opresión, de la injusticia, de la falta de libertad. La paz alcanzada con la represión, la paz del dictador, acaba generando la indignación de la gente. Túnez, Egipto...un barrio de una ciudad europea..., la reacción es siempre la misma. Y tanto los que viven los disturbios en su propia carne, como los que los vemos por la televisión corremos el mismo peligro. El de quedarnos en una indignación ética. Los autores de la revolución, porque si la fundamentan en el odio al opresor, lo único que pueden generar, es lo que popularmente llamamos "dar la vuelta a la tortilla". Se derriba al opresor, pero otros pasan a ser igualmente opresores. El pueblo sigue igualmente oprimido.
Los que lo vemos por los media, también corremos el peligro, y cada día más por el aluvión de imágenes, en esa indignación ética, teñida de moralina, que nos impide ver nuestras propias injusticias.
Tomás de Aquino escribió en la Summa: "lo que hacemos movidos por el amor es lo que hacemos más libremente." Y es lo único que puede realmente cambiar este mundo. El odio sólo engendra odio. La violencia, por muy justificada que la creamos, sólo engendra violencia. Y al final siempre pagan el pato los inocentes.
Tenemos un sabio refrán, no todos los son, que nos dice que "a río revuelto, ganancia de pescadores". Me da un miedo terrible, que en Túnez, Egipto, etc...haya unos señores, llamadlos por ejemplo fundamentalistas, o gran capital, o..., con la caña preparada para que la tortilla gire en su favor...
martes, 1 de febrero de 2011
EL ANACORETA Y EL BARQUITO DE PAPEL...
El Anacoreta y su joven seguidor contemplaban a unos niños que jugaban con barcos de papel. Los dejaban en una corriente de agua que desembocaba en un pequeño estanque. Todos quedaban encallados a medio camino, pero uno de ellos logró alcanzar el final del recorrido y llegar al estanque, entre aplausos, gritos y la alegría de su constructor.
El joven seguidor dijo:
- Ese barquito ha llegado a buen puerto porque ha hecho caso de la corriente. ¿No es una buena imagen de la obediencia? Los demás han querido seguir su propio camino y ninguno ha logrado llegar al fin deseado...
Movió la cabeza el Anacoreta y con una sonrisa pícara en su cara, dijo:
- No es lo mismo obedecer que adaptarse...
Y ante la mirada de interrogación del joven, prosiguió:
- Seguir la corriente no es obedecer. Puede ser simplemente ganas de no buscarse problemas, simple adaptación o comodidad. Discrepar, si se hace correctamente, no es desobediencia.
Paró un momento, porque los niños volvían a gritar ante otro barquito que lograba su objetivo. Luego dijo:
- Un anciano religioso me dijo un día: "Yo he hecho siempre lo que he querido con permiso de los superiores..." Eso no supone necesariamente que ese religioso fue obediente. Si siempre se espabiló para ocultar a su superior aquellas cosas que sabía le negarían, o se las arregló para disfrazar la verdadera intención de sus actos, está claro que nunca recibió un no, pero tampoco obedeció nunca.
Se detuvo un momento, porque los niños volvían a gritar alborozados porque otro barquito alcanzaba la meta. Luego añadió:
- Obedecer no es seguir la corriente. No discrepar, no es necesariamente obediencia. Obedecer es saberse vulnerable ante el otro y no por ello ocultar nuestros deseos. Obedecer es discrepar sin miedo a verse rechazado. Obedecer es tener la libertad de dar siempre la opinión sin creerme que soy alguien que tiene siempre la razón. Obedecer, cuando definitivamente tenemos que hacer algo que no queríamos realizar, porque el superior o la comunidad han dado su última palabra, es creer que Dios me quiere hacer ir por un camino mucho mejor del que puedo imaginar y que por mí mismo no habría descubierto nunca...
Y el joven seguidor depositó un barquito en la corriente de agua...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)