sábado, 7 de abril de 2018

LA BUENA NOTICIA


"Jesús, después de resucitado, al amanecer el primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y lo comunicó a los que habían andado con Jesús, que entonces estaban tristes y llorando. Al oirla decir que Jesús vivía y que ella le había visto, no la creyeron. Después se apareció Jesús, bajo otra forma, a dos de ellos que caminaban dirigiéndose al campo. Estos fueron y lo comunicaron a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron. Más tarde se apareció Jesús a los once discípulos, mientras estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de fe y su terquedad, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo:
- Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia."

El evangelio de Marcos acaba con las mujeres que huyen del sepulcro vacío y no dicen nada a nadie. Después se añadió el fragmento que leemos hoy. María Magdalena y los discípulos de Emaús anuncian lo que han visto. Pero ni a ella ni a ellos los creyeron. Jesús se ha de aparecer a los once que quedan, para que crean.
Jesús les ordena que anuncien por todo el mundo la Buena Noticia. Y esta noticia es, que Jesús ha resucitado. Que Él sigue junto a nosotros, que podemos experimentar su presencia.
Jesús llama a nuestra puerta. Pero nosotros podemos estar distraídos por otras cosas y no oírle. Si abrimos la puerta, nuestra obligación es anunciarlo a los demás, por todo el mundo. 


viernes, 6 de abril de 2018

RECONOCERLO EN EL COMPARTIR


"Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo:
– Me voy a pescar. 
Ellos contestaron:
– Nosotros también vamos contigo.
Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó:
– Muchachos, ¿no habéis pescado nada?
– Nada – le contestaron.
Jesús les dijo:
– Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis.
Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro:
– ¡Es el Señor!
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo:
– Traed algunos peces de los que acabáis de sacar.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
– Venid a comer.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado."

Los discípulos estaban desconcertados. Habían regresado a Galilea tal como Jesús le había dicho a Magdalena que hicieran. ¿Pero qué hacer? Por eso habían vuelto a pescar, su antiguo trabajo. Sin embargo no pescan nada. Sin Él no podemos hacer nada. Jesús les indica lo que han de hacer. Entonces la pesca es abundante y Juan lo reconoce. Jesús les invita a comer, a participar de su "humanidad". Jesús se muestra siempre partiendo y repartiendo el pan. ¿Somos conscientes del que es a través de la Eucaristía que nos encontramos con Jesús?¿Es para nosotros un auténtico compartir? No nos extrañemos de nuestra poca Fe, si la Eucaristía es para nosotros rutina o un mero rito.   



jueves, 5 de abril de 2018

EL CAMINO DE LA FE


Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan. Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
– Paz a vosotros. 
Ellos, sobresaltados y muy asustados, pensaron que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús les dijo:
– ¿Por qué estáis tan asustados y por qué tenéis esas dudas en vuestro corazón? Ved mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tocadme y mirad: un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. 
Al decirles esto, les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:
–¿Tenéis aquí algo de comer?
Le dieron un trozo de pescado asado, y él lo tomó y lo comió en su presencia. Luego les dijo:
– A esto me refería cuando, estando aún con vosotros, os anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse. 
Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo:
– Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas."

Jesús se aparece a sus discípulos. Ellos se asustan. Han de recorrer el camino de la Fe. Y para ello han de empezar por reconocer el cuerpo, la "humanidad" de Jesús. Por eso les enseña sus heridas en las manos y en los pies y come delante de ellos.
Luego les explica todo lo que estaba escrito sobre Él, como había hecho con los discípulos de Emaús. El camino de la Fe está por reconocer la "humanidad" de Jesús y en meditar su Palabra. ¿Y cuál es hoy el cuerpo de Jesús? Son los pobres, los enfermos, los hambrientos, los perseguidos...Este es el camino que debe seguir nuestra Fe: el Amor al prójimo y la meditación de su Palabra.




miércoles, 4 de abril de 2018

LA PALABRA Y EL PAN


"Dos de los discípulos se dirigían aquel mismo día a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. Pero, aunque le veían, algo les impedía reconocerle. Jesús les preguntó:
–¿De qué venís hablando por el camino?
Se detuvieron tristes, y uno de ellos llamado Cleofás contestó:
– Seguramente tú eres el único que, habiendo estado en Jerusalén, no sabe lo que allí ha sucedido estos días. 
Les preguntó:
– ¿Qué ha sucedido?
Le dijeron:
– Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él fuese el libertador de la nación de Israel, pero ya han pasado tres días desde entonces. Sin embargo, algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro y no encontraron el cuerpo; y volvieron a casa contando que unos ángeles se les habían aparecido y les habían dicho que Jesús está vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres habían dicho, pero no vieron a Jesús.
Jesús les dijo entonces:
– ¡Qué faltos de comprensión sois y cuánto os cuesta creer todo lo que dijeron los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?
Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas. 
Al llegar al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como si fuera a seguir adelante; pero ellos le obligaron a quedarse, diciendo:
–Quédate con nosotros, porque ya es tarde y se está haciendo de noche.
Entró, pues, Jesús, y se quedó con ellos. Cuando estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció. Se dijeron el uno al otro:
– ¿No es cierto que el corazón nos ardía en el pecho mientras nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Sin esperar a más, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos. Estos les dijeron:
– Verdaderamente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. 
Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan."

En este evangelio podemos vernos todos reflejados. Muchas veces nos encontramos en el camino de la vida sin esperanza. Nuestra Fe se tambalea. A pesar del testimonio de otros, nos encontramos solos en el camino. ¿Solos? La verdad es que Jesús siempre está a nuestro lado, nos anima y nos conforta.
Como los dos discípulos de Jesús tenemos su Palabra que también hará arder nuestro pecho. Y está el pan de la Eucaristía pera reconocerlo.
El problema es, que hemos dejado de escuchar y meditar su Palabra. Y hemos dejado de asistir y recibir su Eucaristía. ¿Cómo queremos no perder la esperanza y que no flaquee nuestra Fe?


martes, 3 de abril de 2018

LA PRIMERA EVANGELIZADORA


"María se quedó fuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó a mirar dentro  y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Los ángeles le preguntaron:
– Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
– Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
Apenas dicho esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, aunque no sabía que fuera él. Jesús le preguntó:
– Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
– Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo vaya a buscarlo.
Jesús entonces le dijo:
– ¡María!
Ella se volvió y le respondió en hebreo:
– ¡Rabuni! (que quiere decir “Maestro”).
Jesús le dijo:
– Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios.
Entonces fue María Magdalena y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también lo que él le había dicho."

María Magdalena fue la primera evangelizadora. Ella es la que recibe el encargo de Jesús de anunciar a los discípulos la Buena Nueva de la Resurrección.
María no lo reconoce hasta que Él la llama por su nombre. Nosotros tampoco lo reconoceremos si no escuchamos su voz. La voz de los pobres, de los sencillos, de los perseguidos, de los encarcelados...  

lunes, 2 de abril de 2018

LAS MUJERES PRIMERO


"Las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, asustadas pero, a la vez, con mucha alegría, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En esto, Jesús se presentó ante ellas y las saludó. Ellas, acercándose a Jesús, le abrazaron los pies y le adoraron. Él les dijo:
– No tengáis miedo. Id a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y que allí me verán. Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia llegaron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos jefes se reunieron con los ancianos para, de común acuerdo, dar mucho dinero a los soldados y advertirles:
– Decid que durante la noche, mientras dormíais, los discípulos de Jesús vinieron y robaron el cuerpo. Y si el gobernador se entera de esto, nosotros le convenceremos y os evitaremos dificultades. Los soldados tomaron el dinero e hicieron como se les había dicho. Y esa es la explicación que hasta el día de hoy circula entre los judíos."

Las mujeres son las primeras en recibir el anuncio de la Resurrección y en ver a Jesús resucitado. Los evangelios, escritos bastante después de los acontecimientos difieren en algunos datos. Pero en todos ellos, son las mujeres las primeras en encontrarse con Jesús resucitado y son las que reciben el mandato de anunciar este hecho a los discípulos. La mujer, le guste o no a los hombres, debe tener un papel más importante en la Iglesia. Fue el mismo Jesús el que se lo dio. Nuestra sociedad, machista por desgracia, las ha relegado a un segundo plano.
En la segunda parte del texto, vemos al poder, como siempre, negando la verdad y montando "su verdad". ¿Cuántas mentiras "oficiales" forman parte de la historia?  


domingo, 1 de abril de 2018

VIO Y CREYÓ


"El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
– ¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar."

El texto nos dice que María Magdalena fue hacia el sepulcro "muy temprano", cuando aún era oscuro. Buscaba a Jesús, y como nosotros, lo hacía en la oscuridad. Corre a decir a Pedro y a Juan, que Jesús no está en el sepulcro.
Los apóstoles corren a distintas velocidades. Todos tenemos nuestro propio camino hacia Jesús. Juan llega antes, pero espera a Pedro. Este entra y ve el sudario y las vendas, pero el cuerpo de Jesús no está. Queda desconcertado. En cambio Juan entra y nos dice el evangelio: "vio y creyó". Juan debió recordar en aquel momento lo que Jesús les había dicho. Por eso creyó en la Resurrección. Es la Palabra la que nos lleva a creer. La Palabra y el Amor. Juan era el discípulo amado.
En nuestra vida nos encontraremos muchas veces con que Jesús parecerá ausente de nuestra vida. Siempre tendremos junto a nosotros la Palabra. Y siempre debemos tener nuestro Amor hacia Jesús, concretado en el Amor a los demás, a los pobres, a los perseguidos, a los enfermos...Si somos capaces de verlo en la Palabra y en los demás, creeremos.