viernes, 8 de octubre de 2021

¿CON ÉL O CONTRA ÉL?

 


En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿Cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo les demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio."

"Tras descalificar las acusaciones sobre las estrategias de Belcebú y de los espíritus inmundos, Jesús ofrece una explicación que desmonta y contrasta la denuncia de sus adversarios, apelando a la identidad que lo sostiene: «El Mesías, Hijo de lo Humano», “más fuerte que asalta y vence”. Con lo cual opta por la vida y se sitúa como lugar de acogida, invitando a “Estar “con él”. Jesús no necesita publicidad o excentricidades, sino que su vida misma y praxis alternativa, son la garantía de su ser testigo del proyecto de Dios. Por tanto, no hay mayor signo en Jesús, sino lo que hace; y lo que hace rehabilita lo humano y humaniza. Vivir de esa manera como propone Jesús, supone afrontar la realidad mirando de frente el dolor y la injusticia que padecen los pobres y las víctimas. En definitiva, asumir el estilo de Jesús trae como consecuencia asumir el peso de la realidad, habitar el Reino y sembrar en el Espíritu. ¿Encarna la novedad del Evangelio nuestra praxis cristiana?" (Koinonía) 

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