En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. "
Tener la lámpara encendida y la cintura ceñida. Es decir: estar preparados, siempre dispuestos a servir a Dios, sirviendo a los demás. Nuestra sociedad está sumida en la oscuridad, en la noche. La forma de iluminarla es sirviendo. Dichosos de nosotros si Dios nos encuentra sirviendo a los demás, cumpliendo con nuestro deber.
"El evangelio introduce el tema del servicio, por medio de la figura de ceñirse la túnica, símbolo de estar preparados para trabajar, y la figura de las lámparas encendidas, signo de acogida y de guardia en el servicio frente al cansancio que se pueda presentar. El tiempo de la espera no es vacío, se ha de testimoniar a Dios ante el mundo. De ahí la invitación: “estén ceñidos sus lomos”, haciendo referencia al uniforme de trabajo y de servicio de la cena pascual, actitud adecuada para la espera del Señor. Las lámparas encendidas evocan al servidor que se convierte en luz para otros. La bienaventuranza pasa del goce individualista de falsa felicidad a la verdadera felicidad de conocer plenamente al Señor prologando su servicio. Permanecer en vela significa recibir el servicio del Señor desde la dinámica del Éxodo, así como en el Antiguo Testamento la gracia del Señor pasa por las casas marcadas con la sangre del cordero, en Jesús la gracia del Señor pasa estando en medio de ellos como el que sirve." (Koinonía)
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