La crisis de vocaciones en el mundo occidental, es evidente. La vocación es un don de Dios, una llamada. ¿Es que Dios ya no nos llama? Evidentemente que sí; pero en un mundo sin valores, en un mundo sin vida interior y espiritualidad, no se puede escuchar esta llamada. Además, Dios habla a través de las personas y los acontecimientos. Si los religiosos no somos ejemplos de vida entregada, de vocación vivida, es imposible que los jóvenes oigan esta llamada. ¿Dios llama a través nuestro o somos un obstáculo para que los jóvenes la oigan?
"El Evangelio presenta los elementos de la misión: 1) El número de misioneros, que evoca el número de las naciones paganas de aquel entonces, signo de universalidad; 2) El envío de dos en dos, que subraya el aspecto comunitario, el apoyo y la corrección fraterna sin perder lo esencia de la persona de Jesús; 3) Elementos esenciales para la misión: la primera instrucción de Jesús a sus discípulos, es la oración, debido a que se está laborando en el campo de Dios y la tarea evangelizadora es desbordante. La segunda instrucción, es la toma de conciencia de las dificultades en la misión. La tercera, es dar testimonio de pobreza porque Dios sostiene al misionero que confía en él; 4) Los lugares y los gestos: en el camino no se saluda a nadie para evitar distracciones, en la casa se comparte la vida, y el saludo de paz significa la bendición que reciben las personas abiertas a la Palabra y a los dones que vienen de Dios. ¿Has tenido alguna experiencia de misión?" (Koinonía)
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