miércoles, 27 de octubre de 2021

LA PUERTA ESTRECHA


 

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos."

Pasar por la puerta estrecha significa dejar todo lo inútil. Todo el bagaje que nuestro egoísmo va alimentando. Sólo los pequeños, los humildes, pueden pasar sin dificultad. ¿De verdad dejamos todo lo que nos impide pasar?
"El evangelio de hoy, parece dirigido a una comunidad que se caracterizaba por la convicción arrogante de bastarle las buenas intenciones, para obtener la salvación, por una ruta cómoda. Frente a la pregunta sobre si son muchos o pocos los que se salvan, Jesús prefiere orientar la reflexión sobre cómo convertirse hoy en discípulos y ser fieles a esa vocación. Se presenta como condición del discipulado entrar por la puerta estrecha, por lo que no basta la buena voluntad; la participación en las cosas de Dios necesariamente pasa por la solidaridad y la práctica de la justicia. La alusión es a los fariseos, pues exhiben una vida ejemplar pero no logran entrar por la puerta estrecha porque no se hacen pequeños. El pequeño es el que siente frágil y confía en la misericordia de Dios. Nosotros podemos ser de esos cristianos que están con Jesús en lo externo, pero estamos incompletos sin adherirnos al Reino de Dios. La adhesión a Jesús nos ayuda a superar la vida tibia, incoherente e hipócrita muchas veces presente en nuestras comunidades." (Koinonía) 

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