En aquel tiempo, dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado."
"Creo que dos son los peligros serios que amenazan al cristianismo hoy; el primero, vivir en una “Casa Común” irreal, sobre todo, sin participar en su sufrimiento ni en los anhelos de los pobres y las víctimas; el segundo, pensar que el querer salvífico de Dios poco o nada tiene que ver con la historia y con las esperanzas de la humanidad. Ambos peligros suponen un desafío: «la honradez con lo real», contenido esencial del lamento profético de Jesús de Nazaret, contra los incapaces de reconocer a los empobrecidos y a los débiles, cuyos derechos pisotean. En este sentido, lo distintivo del cristianismo es encarnar en la vida a Jesús y su proyecto de humanización, comprometidos en la transformación de la realidad. Dejémonos inspirar por las palabras de Monseñor Romero; “…muchos cristianos están dispuestos a dar su vida para que haya vida para los pobres. Insertos como Jesús en el mundo real, amenazados y acusados como él, dando la vida como él, están testimoniando la Palabra de la Vida”." (Koinonía)
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