En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás."
Los apóstoles le pidieron al Señor: "Auméntanos la fe." El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería."
Nuestra sociedad es más proclive a la venganza que al perdón. Y así nos van las cosas. Las diferencias, los problemas, las disputas se eternizan. "Ni olvido ni perdón", vemos escrito en las paredes. Yo añadiría, así no habrá solución. Jesús nos invita a perdonar siempre. Es difícil, pero debemos intentarlo. Nunca cerraremos las heridas, si no sabemos perdonar.
"Esta semana se inicia la lectura del libro de la Sabiduría que nos ayuda a comprender el significado profundo de los gestos y palabras de Jesús. En este sentido podemos notar una sintonía entre el estilo sapiencial del Antiguo Testamente y la pedagogía coloquial del estilo de Jesús. Esta sabiduría de la cual habla la Palabra de Dios se funda en la observación y en la experiencia de la vida humana, pero, ante todo, se funda en el reconocimiento de la grandeza de Dios que conoce nuestras fragilidades y limitaciones. De allí que todo lo que provenga de esta fuente de Sabiduría será para fortalecernos y acercarnos a Dios. Y en este caso, la enseñanza más reparadora es la del perdón que podemos dar y recibir todos los días. La sabiduría de la reconciliación como un camino permanente de comunión y encuentro, un tesoro que Jesús pide vigilar en cada detalle. Un gran desafío y, por eso, para comenzar, pidámosle a Dios “Auméntanos la fe”." (Koinonía)
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