En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿Cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz."
De la misma manera que aquel administrador infiel se las apañó para que tras ser despedido otros lo acogieran, deberíamos nosotros usar los dones que Dios nos da en beneficio de los otros. Todo lo que tenemos es don de Dios. Luchar por un mundo más justo y fraterno es la forma como debemos utilizar lo que tenemos. Anunciar la Palabra y ponerla en práctica.
"En el año 2000 la Organización de las Naciones Unidas acordó los Objetivos del Milenio, luego en 2015 los ratificó en una cumbre fijando 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable como meta hacia el año 2030. De esta forma, los países desarrollados se comprometieron a colaborar con los países menos desarrollados para avanzar en las sendas de la paz y de la justicia social. Sin embargo, en lo que va del siglo, algunas de estas intervenciones han derivado en mayor endeudamiento externo, intromisión militar bajo la excusa de seguridad interna, intervención en la vida política en nombre de la democracia, avance sobre recursos naturales de los territorios de pueblos originarios, mayor concentración de poder mediático y financiero. Parecen muy astutos los administradores de este mundo. Ante tales señales, deberíamos seriamente preguntarnos sobre la ética y los valores que nos gobiernan. Quizá el primer objetivo sea erradicar la corrupción del sistema actual, empezando por el corazón de cada persona." (Koinonía)
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