viernes, 12 de noviembre de 2021

GANAR PERDIENDO




 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran." Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" Él contestó: "Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo."

Nuestra sociedad es competitiva. Nos empuja a ganar, a sobresalir, a dominar...Jesús nos dice, que esto, al final no es nada. Todo lo perderemos. Entregarse, dar la vida, amar...eso es lo que al final contará. Nos dice que todo lo que ganamos y poseemos no son mas que obstáculos a nuestra salvación. Los seguidores de Jesús, debemos tener claro, que ganamos perdiendo.

"Hay un verso común entre las personas que dice: "todos los fundamentalismos son malos". Y los fundamentalismo religiosos no son la excepción, porque ejercen la manipulación autoritaria del sentir de la gente, ejerciendo presión sobre asuntos del ámbito político, civil y/o jurídico. Hacen mal uso de la religión, desde sectores como el Estado o de actores no estatales organizados, a fin de acrecentar su propio poder social, político y económico. En el nombre de la tradición, de la cultura y de la salud, refuerzan una moral patriarcal, conservadora y de clases altas. Son tiempos en que los creyentes, necesitamos discernir críticamente nuestro desempeño como ciudadanos, responsables y respetuosos de las diferencias culturales y creencias de otros sectores que piensan, creen o viven con otras convicciones. Es función de los Estados y no de las Iglesias ejercer la mediación equitativa para asegurar la convivencia pacífica. No son los colores de nuestras banderas o insignias lo que nos salva, sino el Amor, que no hace distinción de credos ni de fronteras." (Koinonía) 

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