sábado, 20 de noviembre de 2021

UN DIOS DE VIDA

 


En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella."
Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos." Intervinieron unos escribas: "Bien dicho, Maestro." Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Ante la absurda historia de los saduceos, Jesús responde con profundidad, señalándonos que Dios es un Dios de Vida. Que Él nos da la Vida y que sólo la encontraremos en Él. La actual y la venidera; porque la Vida no acaba nunca.

"El grupo de los Saduceos, elitistas y de estatus económicamente alto, dedicados a los asuntos administrativos de esta vida, mostraban poco interés en el más allá. Para la gente rica, la promesa de una realidad después de la muerte era difícil de aceptar. En tiempo de Jesús existía la firme creencia de los dos reinos. Jesús comenzó el reinado de Dios con su propuesta alternativa a formar nuevas relaciones, nuevas familias. Pero este primer reino se debe cumplir plenamente en “la otra vida” (el otro reino) donde el matrimonio (tomar marido o mujer) queda superado. En la nueva etapa (“resurrección”) las personas que le hayan dado su fidelidad a la propuesta de Jesús, podrán vivir nuevas relaciones que den vida. Ante una sociedad y una iglesia obsesiva con el asunto del matrimonio, haríamos muy bien en recordar que la propuesta de Jesús, no es tomar marido o mujer (ni en esta vida ni en la otra) sino descubrir que todas las personas (casadas o solteras) son hijos de Dios." (Koinonía)

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