lunes, 8 de mayo de 2017

ÉL NOS AMA


"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja solamente por el salario, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor ni son suyas las ovejas. Entonces el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es el salario, no las ovejas.
Yo soy el buen pastor. Como mi Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, así conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Ellas me obedecerán, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volverla a recibir. Esto es lo que me ordenó mi Padre."

El evangelio de hoy es la continuación del de ayer. Si ayer era la Puerta por la que puede entrar y salir el rebaño, hoy es el Buen Pastor. El que cuida y ama a sus ovejas.
Ante las desgracias y problemas de la vida, podemos preguntarnos dónde está este pastor. Y es que solemos confundir algunos conceptos. Por ejemplo, confundimos paz con tranquilidad. La paz es algo profundo e interior, que puede vivirse en medio de la agitación y los problemas. También confundimos felicidad con bienestar. Y se puede ser feliz en medio de privaciones y dificultades. Hace pocos días tuve que pasar por toda las clases del colegio hablando de las misiones. En una clase me preguntaron al ver unas fotos de niños africanos yendo a buscar agua: ¿Cómo pueden sonreír y se les puede ver tan felices si no tienen nada? Otro muchacho de la clase le respondió: porque la felicidad no está en tener muchas cosas, sino en sentirse amado. ¿Sabéis qué clase era? Una clase de la USEE. Una clase especial para niños y jóvenes que no pueden seguir el ritmo normal de los demás.
El Buen Pastor, Jesús, es el que nos da esa verdadera paz interior y esa auténtica felicidad, por que Él nos ama. Cada uno de nosotros es único para Él.   

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