sábado, 16 de octubre de 2021

DEJARNOS CONDUCIR POR JESÚS

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir."

Nos quejamos de la descristianización de nuestra sociedad. Deberíamos preguntarnos, ¿Cuál es nuestro testimonio? ¿Defendemos el Evangelio con la palabra, pero sobre todo con nuestros actos? Se trata de dejar que el Espíritu hable por nosotros. De dejarnos conducir por Jesús.

"En medio de la persecución, el cristiano está llamado a ser testigo de Cristo. Negar a Jesús, es dinámica propia del que no sabe negarse a sí mismo (Lc 9, 23s), evidencia el pecado del egoísmo como estilo de vida. Es contrario a una de las formas de testimonio de la Iglesia primitiva, “confesar” ante los tribunales y, de suyo, el martirio como forma de responder con radicalidad al seguimiento de Jesús. También el evangelio propone convertirnos desde la referencia de la entrega de Jesús, discernir nuestra generosidad a partir de la confesión de la Fe. El significado profundo de blasfemar contra el Espíritu Santo, es cerrarse a la conversión después del encuentro con el resucitado y no reconocerse necesitado del perdón llegando a ser hipócrita. Los momentos de persecución evidencian la identidad de la Iglesia porque expresan su fidelidad al Señor. Cuando la Iglesia no es perseguida, es porque le falta dar testimonio. ¿Cómo das testimonio de fe y entrega en tu comunidad?" (Koinonía)

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