martes, 4 de abril de 2023

NO ABANDONAR A JESÚS

 


En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?
Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.


Uno lo traiciona y el otro lo niega. ¡Qué débiles somos! Fácilmente nos deshacemos de nuestras convicciones. Lo que nos rodea nos hace desdecirnos de nuestros propósitos, nos aparta de nuestro camino. Negamos a Jesús por miedo, como Pedro. Lo traicionamos , como Judas, por dinero, por tener poder, por ser más que los otros. Jesús sigue tranquilo su camino y nos sigue apoyando. Si Judas no se hubiese quitado la vida, tras la Resurrección habría recibido el perdón de Jesús, como Pedro. Esa es la gran seguridad que tenemos: el nos espera siempre para perdonarnos y acogernos en sus brazos.

"Ojalá acompañemos a Jesús en su camino hacia la cruz, que no lo abandonemos ni lo neguemos en las cruces de tantas hermanas y hermanos nuestros que necesitan nuestra contención, apoyo y compañía en su dolor. Y que tomemos nuestra propia cruz, semilla de resurrección, sabiendo que es el propio Jesús el que comparte nuestra carga y nos asegura su Vida nueva. Con todas nuestras incoherencias, Jesús nos invita a renovar nuestras entregas cotidianas sabiendo abrazar las segundas oportunidades que nos permiten comenzar de nuevo. Habrá también momentos en que, como Jesús, nos llegaremos a estremecer interiormente frente a la traición, el abandono o las propias resistencias personales. Se trata de reconocer que vivimos sostenidos por la gracia divina en la misión redentora que estamos llamados a asumir con amor. ¡Cuántas veces transitamos esa noche espiritual y falta claridad en nuestras vidas! Jesús nos invita a la confianza en Dios; a estar seguros de su providencia, que siempre está con nosotros y nos ilumina el camino." (Koinonía) 

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