viernes, 5 de abril de 2024

AMAR PARA RECONOCERLO

  

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias. Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo:
– Me voy a pescar.
Ellos contestaron:
– Nosotros también vamos contigo.
Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les preguntó:
– Muchachos, ¿no habéis pescado nada?
– Nada – le contestaron.
Jesús les dijo:
– Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis.
Así lo hicieron, y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro:
– ¡Es el Señor!
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. Al bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús les dijo:
– Traed algunos peces de los que acabáis de sacar.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
– Venid a comer.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se lo dio; y lo mismo hizo con el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado

Los discípulos, siguiendo el mandato de Jesús, están en Galilea, donde dijo que lo verían.
No olvidemos que el Evangelio de Juan es el más catequético y todos los detalles son importantes.
Encontramos a los discípulos junto al mar de Galilea y de noche. Es decir, en la oscuridad, sin la luz de Jesús. Van a pescar y no obtienen nada. Es inútil nuestro apostolado, nuestras acciones. Sin Jesús, en la noche, no obtendremos ningún resultado.
Él les pregunta qué han pescado. Ellos siguen sin reconocerlo. Les dice que echen las redes en el otro lado de la barca y la pesca es abundante. Con Jesús nuestros resultados serán óptimos.
El primero en reconocerlo es Juan, el discípulo amado. Sólo amando podemos reconocer a Jesús. Podemos tener los más altos conocimientos teológicos, si no amamos, no conoceremos a Jesús.
Jesús comparte con ellos lo que había preparado. Todos lo reconocen: en los frutos obtenidos y en el compartir.
Si no amamos, si no compartimos, si no formamos comunidad...difícilmente reconoceremos al Señor a nuestro lado.

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