viernes, 12 de abril de 2024

SABER COMPARTIR

  

Después de esto, Jesús se fue a la otra orilla del lago de Galilea (también llamado de Tiberíades). Mucha gente le seguía porque habían visto las señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a un monte y se sentó con sus discípulos. Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar la vista y ver la mucha gente que le seguía, Jesús dijo a Felipe:
– ¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?
Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe le respondió:
– Ni siquiera doscientos denarios de pan bastarían para que cada uno recibiese un poco.
Entonces otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
– Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebadad y dos peces, pero ¿qué es esto para tanta gente?
Jesús respondió:
– Haced que todos se sienten.
Había mucha hierba en aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó en sus manos los panes, y después de dar gracias a Dios los repartió entre los que estaban sentados. Hizo lo mismo con los peces, dándoles todo lo que querían. Cuando estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
– Recoged los trozos sobrantes, para que no se desperdicie nada.
Ellos los recogieron, y llenaron doce canastas con los trozos que habían sobrado de los cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús, decía:
– Verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo.
Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez a lo alto del monte, para estar solo.

Jesús se preocupa porque toda aquella gente que le sigue para escucharlo no tienen que comer. Entonces, ante las dudas de sus discípulos que sólo ven el dinero que costaría alimentarlos, surge aquel niño con cinco panes y dos peces. Y Jesús, hace, que con aquellos pocos alimentos, coma toda la multitud y sobre gran cantidad.
Quizá el milagro estuvo, en hacer que todo el mundo, como el niño, compartiera lo que llevaba, resultando que había para todos y más.
Otra vez vemos, como los sencillos, los humildes, representados por aquél niño, son más generosos y pueden resolver problemas que los poderosos no solucionan. ¿Habría hambre en el mundo si compartiéramos como el niño? La Unión Europea quiere endurecer las leyes para que no entren tantos inmigrante en Europa. ¿Si realmente empleáramos nuestro capital en ayudar a que en sus países de origen se erradicara la pobreza, no sería la solución para que no los abandonaran?
La multiplicación de los panes se asocia siempre a la Eucaristía. ¿Hemos pensado que al comulgar nos hacemos Uno con Jesús y con todos los fieles, y que eso supone hacernos como Él, es decir, dar nuestra vida, entregarnos, compartirlo todo con los demás?

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