Permaneced despiertos, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entended que si el dueño de una casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, permanecería despierto y no dejaría que nadie entrara en su casa a robar. Así también, vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperéis.
¿Quién es el criado fiel y atento, puesto por el amo al frente de la casa para dar a la servidumbre la comida a sus horas? ¡Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, encuentra cumpliendo con su deber! Os aseguro que el amo le pondrá al cargo de todos sus bienes. Pero si ese criado es un malvado, y pensando que su amo va a tardar comienza a maltratar a los demás criados, y se junta con borrachos a comer y beber, el día que menos lo espere y a una hora que no sabe llegará su amo y le castigará: le condenará a correr la misma suerte que los hipócritas. Entonces llorará y le rechinarán los dientes.
Jesús nos pide estar atentos. No sabemos qué día vendrá. En realidad Él se nos acerca cada día en el otro. En el pobre, en el perseguido, en el inmigrante, en el que necesita amor...
Esta es la atención que Jesús nos pide. La de saber encontrarle en nuestro prójimo, en los demás, en los más débiles.
Podemos estar ocupados en mil y una cosa que nos parecen muy importantes. Y quizá lo son, pero más importante es encontrarlo a Él y saberlo recibir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario