jueves, 31 de marzo de 2022

EL PADRE ES EL TESTIMONIO DE JESÚS

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿Cómo daréis fe a mis palabras?"

En los evangelios que leemos estos días, vemos a Jesús incomprendido por los judíos. En el evangelio de Juan "judíos" son los fariseos, doctores de la ley, escribas. La gente que creía dominar la religión. Pero son los sencillos, aunque fueses pecadores los que entendieron de verdad a Jesús, los que lo aceptaron. Quizá hoy sigue ocurriendo lo mismo. Para entender a Jesús, para seguirlo de verdad, hay que tener mirada de niño. Hay que ser sencillo. Sólo así comprenderemos su Palabra.
 
"Quien tiene fe se abandona; quien no cree necesita pruebas y testigos. La misión que Jesús realiza está atestiguada por dos grandes fuerzas: la providencia del Padre y la Palabra que él encarna. Pero no todos le creen; sólo la gente más sencilla y humilde de corazón. La incredulidad será descrita en el evangelio como terquedad y necedad: un pueblo testarudo requiere ver y tocar “dioses” de metal (becerros de oro). Igualmente, en nuestro camino de discipulado, llegamos a desconfiar de Dios cuando no satisface nuestras necesidades y sueños. Hemos de agudizar los sentidos para percibir su presencia en los gestos de amor y solidaridad que brotan de la misma gente marginada; aun viviendo en la miseria son capaces de caminar en esperanza. Pidamos a Dios por quienes se organizan para luchar por la defensa de la vida, la justicia y la verdad. Necesitamos del testimonio de personas como San Romero de América, dispuestas a dar la vida. ¿Estás dejando a Dios actuar en ti? ¡Sé testigo de la fe!" (Koinonía)

miércoles, 30 de marzo de 2022

EL PADRE Y JESÚS NOS CUIDAN

 



En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo." Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: "Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Seguir a Jesús es encontrar al Padre. Ese Padre que siempre está pensando en nosotros y que se nos acerca a través de los demás. Se trata de escuchar la Palabra, de meditarla y de seguirla. Así encontraremos la voluntad del Padre. 

"La palabra misericordia, “amor entrañable” (en hebreo rahamin) tiene como raíz la palabra rehem, traducida como “útero” o “entrañas maternas”. Dios mismo en toda su maternidad: compasión, cuidado entrañable, consuelo, amor maternal. Dios, a quien reconocemos como Padre, necesita también ser experimentado por la comunidad creyente con rasgos femeninos, como Madre que desde sus entrañas gesta vida nueva y esperanza. Jesús nos lo describe con expresiones atípicas, amor casi maternal, dando vida y guiando a sus hijos e hijas con especial ternura. Y nos muestra su total identificación con la divinidad, efectiva y afectivamente; por eso es capaz de abrazar a toda persona sin distinción ni discriminación, especialmente a las mujeres, ofreciéndoles lugar, dignidad, bendición y un proyecto que las dignifica: el Reino. Una invitación a entrar en la novedad del encuentro con el Dios de Jesús que no juzga, sino que regala Vida Nueva. Tenemos como principal tarea el anuncio de la misericordia y la ternura del Dios “Padre–Madre”. ¿Cómo es la experiencia que has tenido de Dios?" (Koinonía)

martes, 29 de marzo de 2022

JESÚS AGUA VIVA

 


En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: "¿Quieres quedar sano?" El enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado." Jesús le dice: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar." Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: "Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla." El les contestó: "El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar." Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: "Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor." Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.


El agua de los profetas del A.T. que manaba del templo, es Jesús en el N.T. Es Él quien nos limpia, nos hace andar, ver...Los judíos seguían anclados en una Ley sin corazón, por eso no podían aceptar a Jesús.

"Dos historias, dos lecciones de vida: 1) Las aguas del templo que manan, corriendo hasta fecundar lo estéril. Y 2) Jesús que –siendo el agua viva– regenera a quien lo necesita. Allí nos encontramos como personas receptoras de ese tipo de “bendición”, invitadas a cuidar la vida nueva que brota y con alegría abrir caminos de dignidad, libertad, esperanza y “baile” (espíritu festivo). A nadie se le ocurriría poner condiciones a tanta bendición; solo a quienes quieren manipular a Dios y no soportan que se rompa la ley del sábado por una “insignificante” vida enferma. La arrogancia humana olvida que la ley es creada para asegurar la vida y la convivencia armónica. Hoy seguimos encerrando y privatizando las aguas, que ya no fluyen libremente dando vida a quien la necesita. Hoy es un recurso lucrativo y privado que pertenece a los egoístas y acaparadores. ¡Qué lejos estamos de abrazar la creación como regalo y qué lejos del espíritu de la Laudato si! ¿Qué podemos hacer para defender los bienes comunes?" (Koinonía)

lunes, 28 de marzo de 2022

CONFIAR EN JESÚS

 


En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

Pedimos signos y los tenemos delante nuestro. Para verlos hay que confiar en Jesús. Aquel funcionario confió y obtuvo la curación de su hijo. En Caná, Jesús hizo su primer signo. Hoy nos invita a creer sin esperar prodigios. Los signos están ahí; sólo hay que saber verlos. Y esto lo haremos si confiamos en Jesús.

"Para la vivencia de la fe son importantes los signos y Jesús lo sabe bien. Los signos pueden llevar a la fe o pueden ser manifestación de ella. A los compatriotas de Jesús también les interesaban los signos: habían identificado la llegada del Mesías con signos-acciones salvíficas que serían manifestación evidente. En los signos encontramos la certeza de que Dios está actuando en Jesús, cumpliendo sus promesas. Así lo anuncia el profeta de modo simbólico: . «un cielo nuevo y una tierra nueva», sin «gemidos ni llantos». Junto a otras frases poéticas Isaías describe el sueño de Dios para sus criaturas, expresión máxima de su promesa y amor. En Jesús ya no son solo “signos” sino acciones salvíficas: sanar a un moribundo o convertir el agua en vino; por eso los empobrecidos (principales destinatarios) entienden tan bien el Reino. ¡Urge la presencia del Reino de justicia en los espacios donde la vida corre peligro y es amenazada! ¿Qué signos de solidaridad realiza en tu comunidad? Oremos con insistencia: ¡Venga tu Reino!" (Koinonía)

domingo, 27 de marzo de 2022

EL PADRE BUENO

 


En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. "
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contesto: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""

"En nuestra vida cristiana solemos movernos con caricaturas de Dios; sea por lo que creemos, por lo que mostramos, o por lo que nos enseñaron. Sea un Dios bonachón, un cascarrabias eterno que espera nuestra equivocación para quebrarnos, un distraído y olvidado de las cosas de los humanos a los que creó “hace tanto tiempo", un "padre" autoritario y caprichoso que decide arbitrariamente y no permite discusiones en la realización de su voluntad... ¿Cómo es nuestro Dios?
Es importante saber cómo es el Dios en el que creemos, pero más importante es saber cómo es el Dios en el que creyó Jesús, cómo es el Dios que Él nos reveló. Como siempre, Jesús nos hablaba de Dios no sólo con palabras, sino también con lo que hacía. Haciendo, Jesús nos mostraba al Padre Dios, ¡al verdadero! Hoy Jesús nos cuenta una parábola, una parábola que nos habla de Dios, pero una parábola que nace de una actitud de Jesús, y él nos dice que, frente a los hermanos despreciados, podemos obrar de dos maneras diferentes, como Dios -que es también como obra Jesús- o también como los judíos religiosos, los “separados” del resto, los puros.
El Jesús que ama y prefiere a los pecadores, y come con ellos, no hace otra cosa que conocer la voluntad del Padre y realizarla concretamente, sus mesas compartidas y sus comidas nos hablan de Dios, ¡claramente! En el comportamiento de Jesús se manifiesta el comportamiento de Dios, Jesús mismo es parábola viviente de Dios: su acción es entonces una revelación. ¿Qué Dios, qué Iglesia, qué ser humano revelamos con nuestra vida? Con frecuencia, como hermanos mayores estamos tan orgullosos de no haber abandonado la casa del padre, que creemos saber más que Él mismo: “Dios es injusto”, para nuestras justicias; Dios es "de poco carácter" para nuestra inmensa sabiduría. Quizá, Dios ya esté viejo, para dedicarse a su tarea y debería jubilarse y dejarnos a nosotros...
Frente a tanta gente que rechaza la Iglesia ("creo en Dios, no en la Iglesia"), a veces decimos "pero Dios sí quiere la Iglesia". ¿No debemos preguntarnos constantemente qué Iglesia es la que Él quiere? ¿No debemos preguntarnos, en nuestras actitudes, qué Iglesia mostramos? Esta Iglesia, la que yo-nosotros mostramos, ¿es como Dios la quiere? Jesús, con su vida, y hasta con sus comidas, muestra el rostro verdadero de Dios, muestra la comunidad de mesa en la que él participa; hasta comiendo Él revela al verdadero Dios. Quizá debamos, de una vez, dejar nuestra actitud de hijo mayor, y ya que nos sale tan mal el papel de Dios, debamos asumir el papel de hijo menor; debemos volver a Dios para llenarlo de alegría, para participar de su fiesta; y, participando de su alegría, empecemos a mostrar el rostro de la misericordia de este Dios de puertas abiertas.
La misma cena eucarística es expresión de la universalidad del amor de Dios: es comida para el perdón de los pecados. El Dios de la misericordia, no quiere excluir a nadie de su mesa; es más, quiere invitar especialmente a todos aquellos que son excluidos de las mesas de los hombres por su situación social, por su pobreza, por su sexo o por cualquier otro motivo; y va más allá, no ve con buenos ojos que crean participar de su cena quienes no esperan a sus hermanos excluidos de la mesa por ser pobres. El Dios que no hace distinción de personas, ama dilectamente a los menos amados. Sin embargo, muchas veces tomamos la actitud del hermano mayor. ¿Cuándo nos sentaremos en la mesa de los pobres, y abandonaremos nuestra tradicional postura soberbia y sectaria de "buenos cristianos"? ¿Cuándo nos decidiremos a participar de la fiesta de Dios reconociéndonos hermanos de los rechazados y despreciados? Jesús nos invita a su comida, una comida en la que mostramos, como en una parábola, cómo es el Dios, como es la fraternidad en la que creemos. Y nos mostraremos cómo somos hermanos, cómo somos hijos en la medida de participar de la alegría del padre y del reencuentro de los hermanos." (Koinonía)


sábado, 26 de marzo de 2022

SOMOS PECADORES

 


En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

Si queremos que Dios nos perdone, no podemos considerarnos mejores que los demás. No debemos mirar a los otros desde arriba. Todos sabemos lo débiles y pecadores que somos. Reconocerlo es recibir el perdón.

"Cuando la religión se entiende mal y se vive peor, se convierte en una mampara para disimular u ocultar infinidad de defectos y carencias; la persona religiosa parece justa ante la sociedad sin serlo de corazón. Ya dicen que no hay camino más lleno de engaños y autoengaños que el de la fe. En la parábola del evangelio, la verdadera justicia de Dios queda patentizada por el pecador necesitado. El fariseo, en cambio, distorsionando su experiencia religiosa, ha deformado su conciencia en una práctica ritualista y legalista. La religión, además de excluyente, se puede convertir en punitiva y condenatoria, sobre todo, de personas “sospechosas”, quienes como “el recaudador” del relato, vivían su fe al margen del sistema oficial. La autosuficiencia y la autocomplacencia son incompatibles con la actitud de quien se pone en manos de su Dios implorando su misericordia y perdón. Aquí no hay autojustificación sino pura gratuidad. ¿Vives tu experiencia de fe como espacio para tranquilizar tu conciencia o como oportunidad para ser mejor persona y comprometerte?" (Koinonía)

viernes, 25 de marzo de 2022

EL SÍ DE MARÍA

 


A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.


María es nuestro modelo. Ella, desde su sencillez, nos entrega a Jesús. Todo cristiano debe mostrar, entregar a Jesús a los demás. Ella, desde su sencillez, dice SÍ a la voluntad de Dios. Todo cristiano debe estar dispuesto a hacer la voluntad del Padre. Todo lo demás, es buscarnos a nosotros mismos.

"Dios nos sorprende manifestando su Salvación en quienes no se espera, haciendo de los pequeños y débiles sus protagonistas. Lucas confronta las barreras y prejuicios existentes de aquella sociedad que despreciaban a los humildes y sencillos. En la comunidad discipular fundada por Jesús, la persona “vulnerada” ocupa un papel significativo. Mujeres como María, personas marginales de aquella sociedad injusta, son ahora testimonio de Salvación; la “palabra” propia de María también dignifica y libera, en total complicidad con Dios y su Hijo. La Anunciación provoca una ruptura e inversión, invitándonos a apartar la mirada de la oficialidad socio-religiosa para situarnos en las periferias. Es desde los márgenes, desde las periferias, ahora, es desde donde se anuncia y se gesta la salvación-liberación de quienes no cuentan para el sistema mundo. En esta perspectiva, no es la Iglesia la única que evangeliza: son “los empobrecidos” que, desde su condición vulnerable, evangelizan. Y si la Iglesia no vive en pobreza, no sólo no salva sino que se condena a sí misma. ¿Acaso nos dejamos evangelizar por los pobres?" (Koinonía)

jueves, 24 de marzo de 2022

ESTAR CON JESÚS

 


En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿Cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿Por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama."

Jesús libera a un hombre, pero algunos le acusan de actuar con el demonio. No pueden negar el bien, pero acusan al que lo realiza. Todos conocemos a cristianos que han dado y dan su vida por la justicia, por liberar a los demás y, sin embargo, son acusados de comunistas, de poco devotos, de revolucionarios. 
Jesús nos invita a estar con Él. Si Jesús está con nosotros, no debe importarnos lo que digan de nosotros. 

"La acción liberadora de Jesús significó un “parte aguas” entre lo establecido y socialmente aceptado –como los abusos de poder (sociales, políticos, económicos y religiosos)– y el renacimiento de la conciencia dignificadora. El dominio avasallador de estos grupos y la crueldad con que actuaban, se fortalecía por la creencia extendida de que este era el querer de Dios. Imposible el acceso a la bendición de Dios para quienes sentían la pequeñez o la impureza legal, generando dependencia y pesimismo ante las fuerzas del mal. No es de extrañar que desconfiaran de Jesús como alguien que podría también burlarse y aprovecharse, pero él más bien buscaba desde Dios desmontar todo ese engranaje social, supersticioso y perverso. Dignificó al pueblo devolviéndole la esperanza y la confianza de que es posible liberarse de esa dominación y sometimiento, empezando por desarraigarlo de la mente y el corazón de cada persona. ¿A qué crees que estás sometido en este sistema mundo en el que vives? ¿Podrá Jesús liberarte también? ¡Haz la prueba!" (Koinonía)

miércoles, 23 de marzo de 2022

LLENAR LA LEY DE AMOR

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos."

Dar plenitud a la ley significa llenarla de Amor. No se trata de ser legalista, sino de cumplirla amando a los demás. La persona está sobre la ley y esta a su servicio. No olvidemos que Jesús la resumió en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

"La Buena Nueva del Evangelio no prescinde de los valores adquiridos por el Pueblo a través de sus procesos de dignificación y reivindicación de sus derechos. Las luchas que se libran en América Latina buscando verdadera justicia son incontables. La historia de los defensores y defensoras es un tesoro invaluable que debemos agradecer y respaldar. Jesús, consciente de que su misión había sido precedida por el Padre, que desde siempre ha acompañado al Pueblo en sus anhelos de liberación, no hace más que continuar este camino. El problema lo encontró en la tergiversación de leyes oficiales, convertidas en instrumento de marginación y opresión, no de liberación. Si Jesús afirma la vigencia de la Ley, es de aquella que ponga límite a los abusadores y explotadores. Jesús se dará a la tarea de devolver el verdadero sentido a normas de convivencia social y religiosa. La ley está hecha para liberar y humanizar no para esclavizar y oprimir. Agradezcamos esas pequeñas “victorias” que logran quienes luchan por la vida. ¡Sé una persona justa!" (Koinonía)

martes, 22 de marzo de 2022

PERDONAR PORQUE ÉL NOS PERDONA SIEMPRE

 



En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿Cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?"
Jesús le contesta: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano."

Perdonar es muy difícil. Llevamos dentro el espíritu de venganza; hasta el punto de que, a lo que llamamos justicia, no es, muchas veces, sino venganza encubierta. 
Jesús nos muestra a Dios como un Padre que siempre perdona. Si Él nos perdona mucho, no tiene sentido que no perdonemos lo poco que nos hacen los otros. El perdón del Padre nos debe llevar a perdonar siempre.

"La Buena Noticia que anuncia Jesús propone la misericordia y el perdón como fundamento para combatir y erradicar los abusos de poder cometidos por grupos sociales, políticos, económicos y religiosos. Eran personas con aires de superioridad, amparadas en su privilegiada posición y por los mecanismos legales que ellas mismas habían establecido, siempre con la justicia de su lado. Habían llevado a la sociedad a una situación grave de deshumanización, generando permanente confrontación social y una interminable cadena de condenas, venganzas y revanchas. Cuando el poder no está al servicio de los pueblos, sino que busca servirse y aprovecharse de ellos (casi es la norma de las élites y gobiernos en América Latina) se generan incontables injusticias preñadas de violencia inmisericorde, en total impunidad. Nuestros sistemas de justicia siempre buscan un chivo expiatorio (comúnmente gente empobrecida e indefensa) que pague por grandes atrocidades perpetradas. Se juzga parcial y descaradamente, pues conocemos políticos corruptos intocables. Oremos para perdonar de corazón, pero, ante todo, para que haya verdadera justicia. ¡No más impunidad!" (Koinonía)

lunes, 21 de marzo de 2022

UN DIOS DE TODOS




 En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.


Jesús nos dice que el Padre lo es de todos. No podemos apropiarnos de Él y hacerlo exclusivo. Además debemos estar atentos a los profetas, a aquellos que nos muestran la voluntad de Dios. Están junto a nosotros, pero los juzgamos humanamente y no sabemos verlos; como no supieron ver a Jesús sus coetáneos. 

"Dios nos sorprende con sus insospechados y novedosos caminos de Salvación (salud integral) poniendo en evidencia los prejuicios que nos habitan y que son un gravísimo obstáculo para que la gracia actúe. Las dudas que nos asaltan son tan sutiles y arraigadas que ni las experiencias de quienes viven ya esta Salvación son suficientes para convencernos, y nos incapacitamos para reconocer la fuerza liberadora siempre presente, que no necesita vernos “muertos” para comenzar a actuar. En los textos de hoy podemos percibir prejuicios étnicos, sociales, culturales y religiosos, que no son un problema resultante de la fe sino más bien fruto de la desconfianza propia de nuestra condición humana, que construye muros reales e imaginarios, llevándonos a despreciar y rechazar a quien no tiene nuestra misma condición racial, social o religiosa. La xenofobia, la aporofobia (rechazo a los pobres), en su más puro extremismo, atentan contra la vida y la dignidad de las personas que consideramos “peligrosas”. Jesús se distancia de la esterilidad para no distraerse de lo esencial: “salvar lo humano”." (Koinonía)

domingo, 20 de marzo de 2022

TIEMPO DE CONVERSIÓN

 


En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús contestó:
-"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"."


"Jesús nos enseña, en el texto de hoy a aprender a escuchar la voz de Dios en los acontecimientos de la historia. De hecho sus interlocutores también lo hacían, y por eso van a contarle los hechos, pero escuchaban mal, Dios no decía lo que ellos entendían. Es verdad que Dios habla, pero hay que aprender a escucharlo. Dios no nos dice que los muertos de esos acontecimientos drásticos eran pecadores, de hecho todos lo son. Lo que Dios nos dice es que por serlo, debemos convertirnos y dar frutos de conversión. Los frutos son una palabra de Dios para esta etapa de la historia.
Vivimos en sociedades llamadas cristianas. "Occidental y cristiana" se decía, y los frutos fueron torturas, desapariciones, asesinatos, delaciones, miedo, desesperanza... y más todavía: hambre, desocupación, analfabetismo, falta de salud y vivienda, desesperanza... y "por los frutos se conoce el árbol".. Hoy, muchos llamados cristianos siguen viviendo su fe muy lejos de los frutos de amor y justicia que nos pide el Evangelio: participan de mesas de dinero, de la tiranía del mercado, pagan sueldos "estrictamente «justos»” y precisamente bajos, están afiliados a partidos que nada tienen que ver con la Doctrina Social de la Iglesia (¿se puede -por ejemplo- ser cristiano y neo-liberal? ¡ciertamente no!). ¿Y los frutos? Individualismo, hambre, pobreza... Así, por ejemplo, vemos que uno de los problemas que tenemos en América Latina para el reconocimiento “oficial” de nuestros mártires es que quienes los han matado “¡se llaman ellos mismos cristianos!”.
No bastan las palabras. De nada sirve una higuera estéril. Una higuera debe dar higos ya que para eso ha sido plantada. Un pueblo redimido por Cristo, debe edificar, con su vida (y con su muerte si fuera necesario) un Reino que dé frutos de verdad, de justicia y de paz, de libertad, de vida y de esperanza... Estamos lejos, ¡muy lejos! de lograrlo. Es verdad que en decenas de comunidades hay también frutos muy vivos de solidaridad, de paz, de oración, de justicia y de vida, de celebración y de esperanza... y podríamos multiplicar los frutos que vemos en las comunidades; pero todo lo anterior también es cierto. Faltan muchos frutos que dar, falta mucha vida que cosechar y alegría que festejar. El continente de la violencia, de la injusticia y el hambre reclama frutos de los cristianos. Y esos frutos deben darse en la historia. Los acontecimientos cotidianos, de dolor y de muerte, que tan frecuentes vivimos en América Latina nos dan una palabra de Dios, una palabra que debemos aprender a escuchar, que debemos comprender para no creer que Dios dice lo que no está diciendo. Jesús nos enseña la “dinámica del fruto” para aprender a reconocer allí un Dios que sigue hablando y que nos sigue llamando a la conversión. no para una conversión individual y personal, sino que dé frutos para los hermanos, para la historia y para la vida. Y la Cuaresma es tiempo oportuno para empezar a darlos..." (Koinonía)


sábado, 19 de marzo de 2022

CONFIABA EN DIOS





 Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados." Él les contestó: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.


"El esposo de María es un desafío a nuestros “perfiles” en las redes sociales, maquillados, con sobreabundante verborrea y una cantidad innumerable de autoimágenes, que pretenden disimular el drama humano en el que nos vemos atrapadas las personas. Sociedades hiperconectadas pero con sensación de soledad, incomprensión y pérdida de sentido de la vida. Este vacío existencial arrastra a muchos a mendigar un “me gusta”, que los consuele y los haga felices, aunque sea efímeramente. José, en cambio, habla mucho sin decir nada, y va siempre por delante aunque nunca ocupe los primeros planos. No necesita actualizar su perfil porque este no cambia; está bien definido; sabe lo que Dios espera y lo que él anhela. Es de los revolucionarios que cambian las cosas desde dentro, que no se amolda al orden establecido. Su linaje es el de los que no pierden la compostura ante los sobresaltos e inquietudes de la vida, porque se saben y viven en las manos de su Dios. ¿A qué te invita el perfil de José?" (Koinonía)

viernes, 18 de marzo de 2022

¿QUÉ HACEMOS CON SU VIÑA?

 



En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

"La liturgia de hoy pone en cuestión el proceder injusto de muchas personas, capaces de vender y traicionar a su misma gente. La parábola presenta el contraste entre los cuidados y dedicación de Dios (el hacendado) hacia su viña (es decir, su pueblo) y la malversación y traición que los dirigentes de Israel (los arrendatarios). Pone en evidencia la corrupción de quienes emplean los dones únicamente para beneficiarse egoístamente y no para servir al pueblo; es una dura advertencia de cómo el poder de dominar y someter; echa por la borda los planes de vida plena para toda persona. Somos responsables de que el Reino de Dios se realice o no en nosotros y en quienes nos rodean. Los dones que hemos recibido de Dios (su gracia, el Evangelio, la persona y Espíritu de Jesús) deben producir frutos que nos ayuden a practicar la justicia, el amor solidario, la fraternidad, y la entrega al servicio de la vida, so pena de ser despojados de ellos. ¡Defiende la Vida!" (Koinonía)

jueves, 17 de marzo de 2022

EL RICO SIN NOMBRE

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""


El pobre se llamaba Lázaro. Del rico no sabemos su nombre. Porque el rico puede tener cada uno de nuestros nombres. En occidente, todos tenemos más de lo que necesitamos y miramos hacia otro lado cuando vemos un pobre. Leemos en el Evangelio tu ejemplo de entrega y tu predilección por los pobres. Nosotros seguimos ignorándolos. ¿Cuándo comprenderemos que Tu estás presente en ellos? 

"El capítulo 16 de Lucas reflexiona sobre la incompatibilidad entre querer ser parte del Reino que Jesús anuncia y el sometimiento al dinero o a las riquezas. Desde la perspectiva de esta parábola, lo más trágico es el proceso de deshumanización en que cae quien elige el camino del bienestar egoísta; la acumulación desmedida impide la compasión y la misericordia para con los empobrecidos y la madre tierra. Las consecuencias del apego a los bienes desfiguran y despersonalizan a quien toma ese camino (el rico no tiene nombre) y compromete, de manera permanente, su Salvación integral y la de los suyos. En los “Lázaros” de la vida, Dios nos tiende una mano para sacarnos del egoísmo, sin necesidad de «resucitar a un muerto». La Palabra no hace milagros si falta la compasión y la misericordia frente al sufrimiento o ante el drama de los empobrecidos injustamente. Nuestra suerte está ligada a la de ellos y no podemos ser indiferentes. Los Lázaros de hoy ¿te acercan o te alejan de Dios?" (Koinonía)

miércoles, 16 de marzo de 2022

SERVIDOR DE TODOS




En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."
Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

Los cristianos, a lo largo de la historia, hemos caído en la tentación de "servirnos" de la religión para tener prestigio, para dominar...Jesús nos dice que no debemos servirnos, sino que debemos ser servidores. El lo hizo hasta la entrega total con su muerte en la cruz.

"Es desconcertante el contraste entre la lucidez y convicción de Jesús en lo que se refiere a su misión y destino, y el extravío de los discípulos en cuanto a sus cálculos y planes personales, distantes de los de su Maestro. El tercer anuncio de la Pasión recibe como respuesta una escalofriante indiferencia, que evidencia que los doce discípulos no habían entendido a su Maestro o lo habían malinterpretado. Es evidente la falta de sintonía entre los discípulos y Jesús, con el agravante de que ya se acerca el desenlace del evangelio y no hay tiempo para más, lo que hace aún más dramática la situación. Sólo hay un camino para cerrar esta herida, que desde siempre desangra a la comunidad: el del servicio humilde y desinteresado de quien da la vida por los otros. En este camino, contrario al de los señores de este mundo, Jesús manifestó su señorío. Quien realmente quiera ser su discípulo, ha de disponerse a beber de su cáliz. ¿Qué te falta para convertirte en servidor?" (Koinonía)

martes, 15 de marzo de 2022

DICEN Y NO HACEN

 


En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

Jesús dice cómo han de ser las personas que tienen responsabilidad. Pero, en realidad, nos lo dice a todos. No hay personas más importantes que otras. Todos somos iguales a los ojos de Dios. Nuestra conducta debe ser acorde con lo que decimos. No debemos exigir a los demás lo que nosotros no hacemos. El buen cristiano es alguien sencillo. Alguien que se entrega sin exigir, que es servidor de todos. Alguien que habla con sus obras.  

"Siempre es más fácil “decir” que “hacer” y, sobre todo, si se trata de que los otros hagan. También la práctica religiosa está expuesta a esa contradicción. Jesús nos pone alertas sobre la desorientación y descrédito que causa tal actitud y nos invita a discernir con madurez, sin buscar excusas; hacer lo que se debe sin querer justificarnos en las inconsistencias de los otros para lo contrario. Los riesgos de esas incoherencias se minimizan mientras la comunidad discipular sea fiel a los dos pilares que Jesús señaló como esenciales: la fraternidad/sororidad y el servicio. El modelo de nueva comunidad-humanidad que Jesús nos propone construir es, ante todo, el de una comunidad de hermanos y hermanas que sirven generosamente; no darle lugar a las jerarquías que desde el poder y con aires de superioridad buscan ser servidas; donde sea la persona pequeña, menor y humilde, quien oriente qué decir, qué hacer y cómo hacerlo. ¿Desde dónde estamos definiendo nuestro ser y quehacer? ¡Hazte servidor de los últimos!" (Koinonía)

lunes, 14 de marzo de 2022

EL PADRE COMO MODELO




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."

Jesús nos dice que hemos de imitar al Padre en su compasión. La idea de compasión la hemos deformado. El que se compadece lo ponemos por encima del compadecido. Sin embargo se trata de "padecer con"; de colocarse al mismo nivel del que está padeciendo. Lo que queda claro, es que seremos tratados de la misma manera que nosotros tratamos a los demás.

"El evangelio de hoy, teniendo en el trasfondo el tema del perdón-amor a los enemigos como condición necesaria para hacer posible el nuevo modelo de sociedad-humanidad que Jesús procuraba, nos presenta las exigencias derivadas de ese perdón-amor. El Padre es propuesto nuevamente como paradigma y referente inspirador para asumir esas exigencias, en su capacidad de compadecerse, no juzgar, no condenar, perdonar y dar. Como alternativa al modelo vigente de un amor mezquino, egoísta, remedido, interesado e incapacitado para perdonar, se nos invita a levantar la mirada a Él, fuente y origen de todo amor verdadero, para, desde Él, vivir esta experiencia nueva de un amor de sobrada generosidad. Para Lucas, éstas exigencias son nuevas, acorde a las necesidades de los cristianos de su tiempo, y el poderlas vivir es un don que viene de Dios. Cada tiempo tiene sus propias exigencias para hacer posible el proyecto de Jesús. Nuestro hoy, ¿Qué exigencias nos está planteando? ¿Cómo está tu compasión entrañable y tu capacidad para perdonar? ¡Sé justo y misericordioso!" (Koinonía)

domingo, 13 de marzo de 2022

ESCUCHADLO

 


En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle."
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

"El evangelio de la Transfiguración según la versión de Lucas propone una serie de elementos que es interesante tener en cuenta. La diferencia con los textos de Mateo y Marcos hizo que muchos se pregunten si Lucas tuvo en su poder una fuente propia, aunque otros piensan que posiblemente las diferencias de deban propiamente a la redacción del evangelista.
Los elementos comunes son conocidos: Jesús ha anunciado que le espera el rechazo y la muerte. En los otros Sinópticos Pedro se ha escandalizado y Jesús lo compara con “Satanás” aunque esto es omitido por Lc. Jesús anuncia que quien quiera ser discípulo debe cargar la cruz (“cada día” añade Lc). Esto es muy duro, pero termina aclarando que “algunos de los que están... no probarán la muerte hasta que vean” (Mt aclara “al Hijo del hombre viniendo...”) el Reino. Precisamente Jesús se aparta a algunos y les hará “ver”. Así sucede la Transfiguración.
Hay elementos que son propios de Lc y son interesantes: a diferencia de Mc/Mt los días son “ocho”, Jesús sube “al” monte (como si supiéramos cuál es) y sube “para orar” lo que es muy frecuente en Lc; lo que ocurre sucede “mientras oraba”, como una consecuencia de esta oración. Lc agrega como algo importante el contenido de la conversación entre Jesús, Moisés y Elías. Agrega el temor en medio de la nube, Jesús es además de “Hijo” presentado como “elegido”. Finalmente, Lc omite toda relación entre Elías y el Bautista en el descenso del monte. Es interesante que este monte no sea el monte Sión, lugar donde Dios se encuentra con su pueblo: la cita “este es mi hijo” remite al Sal 2 que en v.6 dice que “ha instalado a su rey en Sión, su monte santo”.
Ante la presencia de Moisés y Elías interviene Pedro, pero “no sabe lo que decía”, probablemente Lc lee la clásica incomprensión propia de Mc pensando que es toda la Iglesia la que debe ser reunida por el Señor, o porque no se le puede dar a Dios una morada... La nube es un signo de la presencia divina y de su gloria (“vieron la gloria”, v.32), y por eso cuando los discípulos entran en la nube (sólo Lc señala expresamente que también ellos quedan cubiertos por la nube) “se llenaron de temor”; ellos no son simples espectadores, la nube es reunión de los discípulos en torno a la palabra de Dios, y unidos a su vez con los personajes del cielo en una suerte de “comunión de los santos”. Sin embargo, como en Getsemaní, el sueño los vence (22,45-46), no son testigos del diálogo, y sólo después de la resurrección comprenderán.
“Escuchadlo” es la clave del relato: para estar en cercanía a Jesús no es necesario armar tiendas, sino escucharlo, vivir de su palabra. La peregrinación no ha terminado, estamos en camino, aunque la transfiguración ilumine brevemente el escándalo de la cruz anunciada; la Iglesia en marcha a su éxodo en el cielo mira el monte, como Israel miraba el Sinaí en su éxodo.
De golpe, súbitamente todo termina y encontramos a “Jesús solo”. Sin prohibición de por medio, los discípulos guardan el secreto, seguramente porque no han comprendido y se mantienen en el miste
¡Jesús es tan extraño...! Después de tirar abajo todas las expectativas propias de su tiempo, y remarcar que como Mesías lo van a matar, y así salvará a todos, -después de eso-, dice que sus seguidores deben caminar su mismo camino, deben pasar las mismas cruces, y hasta el mismo martirio, y esto ¡cada día!... ¿Quién lo entiende? Pero cuando todo parece, casi, una invitación al masoquismo, se nos manifiesta transfigurado... "¡esto es lo que les espera!", nos señala, como en un relámpago en medio de la noche. Cruz y resurrección, van tan de la mano, que se hace imposible separarlas. La resurrección da un sentido nuevo y fructífero a una vida que quiere gastarse y entregarse, como el fruto da sentido al entierro del grano. Pero también, la muerte da un sentido nuevo a la resurrección, ¡¡¡el amor nunca se hace tan generoso como cuando da la vida!!!, y Jesús no será un Mesías “allá en las nubes”, sino uno que camina nuestros pasos, uno que pasó por la cruz y que se dirige a Jerusalén, tierra de Pascua, y tierra que es punto de partida de la misión." (Koinonía)