Jesús nos dice que hemos de imitar al Padre en su compasión. La idea de compasión la hemos deformado. El que se compadece lo ponemos por encima del compadecido. Sin embargo se trata de "padecer con"; de colocarse al mismo nivel del que está padeciendo. Lo que queda claro, es que seremos tratados de la misma manera que nosotros tratamos a los demás.
"El evangelio de hoy, teniendo en el trasfondo el tema del perdón-amor a los enemigos como condición necesaria para hacer posible el nuevo modelo de sociedad-humanidad que Jesús procuraba, nos presenta las exigencias derivadas de ese perdón-amor. El Padre es propuesto nuevamente como paradigma y referente inspirador para asumir esas exigencias, en su capacidad de compadecerse, no juzgar, no condenar, perdonar y dar. Como alternativa al modelo vigente de un amor mezquino, egoísta, remedido, interesado e incapacitado para perdonar, se nos invita a levantar la mirada a Él, fuente y origen de todo amor verdadero, para, desde Él, vivir esta experiencia nueva de un amor de sobrada generosidad. Para Lucas, éstas exigencias son nuevas, acorde a las necesidades de los cristianos de su tiempo, y el poderlas vivir es un don que viene de Dios. Cada tiempo tiene sus propias exigencias para hacer posible el proyecto de Jesús. Nuestro hoy, ¿Qué exigencias nos está planteando? ¿Cómo está tu compasión entrañable y tu capacidad para perdonar? ¡Sé justo y misericordioso!" (Koinonía)
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