jueves, 24 de marzo de 2022

ESTAR CON JESÚS

 


En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿Cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿Por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama."

Jesús libera a un hombre, pero algunos le acusan de actuar con el demonio. No pueden negar el bien, pero acusan al que lo realiza. Todos conocemos a cristianos que han dado y dan su vida por la justicia, por liberar a los demás y, sin embargo, son acusados de comunistas, de poco devotos, de revolucionarios. 
Jesús nos invita a estar con Él. Si Jesús está con nosotros, no debe importarnos lo que digan de nosotros. 

"La acción liberadora de Jesús significó un “parte aguas” entre lo establecido y socialmente aceptado –como los abusos de poder (sociales, políticos, económicos y religiosos)– y el renacimiento de la conciencia dignificadora. El dominio avasallador de estos grupos y la crueldad con que actuaban, se fortalecía por la creencia extendida de que este era el querer de Dios. Imposible el acceso a la bendición de Dios para quienes sentían la pequeñez o la impureza legal, generando dependencia y pesimismo ante las fuerzas del mal. No es de extrañar que desconfiaran de Jesús como alguien que podría también burlarse y aprovecharse, pero él más bien buscaba desde Dios desmontar todo ese engranaje social, supersticioso y perverso. Dignificó al pueblo devolviéndole la esperanza y la confianza de que es posible liberarse de esa dominación y sometimiento, empezando por desarraigarlo de la mente y el corazón de cada persona. ¿A qué crees que estás sometido en este sistema mundo en el que vives? ¿Podrá Jesús liberarte también? ¡Haz la prueba!" (Koinonía)

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