En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿Qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿Qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
Jesús nos sigue enseñando que lo fundamental es el Amor. Y no un amor a los cercanos, a los nuestros...Un amor incluso a los enemigos.
Nos pide que seamos perfectos como el Padre. Ciertamente nunca lo conseguiremos, pero debe ser el horizonte hacia el que nos dirigimos. Y la manera mejor de hacerlo, es con el Amor universal, a todos.
"«Ser perfectos como el Padre celestial es perfecto», constituye la esencia del proyecto del Reino, así como del nuevo modelo de sociedad que practica la misericordia y la justicia. Sólo imitando al Padre en esa perfección en el amor podremos hacer realidad sociedades alternativas. Si hasta entonces era suficiente la observancia perfecta de la ley para alcanzar justicia, ahora ésta deberá ser superior a la de los escribas y fariseos en la defensa y promoción de una vida digna para toda persona. A la Iglesia no se le pide anular lo mejor de la tradición pero sí redescubrir su verdadera misión, oculta por el ritualismo y legalismo. A través de la antítesis, «Habéis oído que se dijo…pero yo os digo», Jesús devuelve a los mandamientos su sentido original: el servicio a la vida, la justicia, el amor y la verdad. Perfección no es pulcritud o pietismo, es recordar que nuestra vida y esfuerzos, sin su gracia, son estériles. ¿Te motiva la invitación de Jesús al amor pleno? ¡Abrázala!" (Koinonía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario