Pedimos señales y no nos damos cuenta de que Jesús es el signo. Con su vida nos señala el camino hacia el Padre. Una vida entregada al más débil, al pecador, al enfermo...Ese ha de ser el camino del cristiano. Saber ver a Dios en los demás, en los pobres, en los que sufren.
"La verdadera conversión reclama la fe como garantía de autenticidad. Los ninivitas vieron el signo de Jonás y creyeron; los compatriotas de Jesús vieron los signos que él hizo y no le creyeron. En los versículos previos, Jesús había elogiado a los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. Y luego dijo a sus discípulos: «Dichosos vosotros porque otros quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros estáis oyendo y no lo oyeron». . No basta con ser miembros de un pueblo o de una determinada Iglesia, ser católico o evangélico, practicante o no. Si no hay una sincera conversión y adhesión vital a Jesús y a su causa, estamos privados de Salvación. Los que nos denominamos creyentes practicantes, nos inmunizamos contra las exigencias del Evangelio creyéndonos los consentidos de Dios. No despreciemos los signos que Dios nos envía, invitándonos a la conversión y a cooperar en su obra salvadora-humanizadora. ¿Vives en conversión permanente como respuesta a tu fe? " (Koinonía)
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