En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
"Lucas muestra un interés particular en evidenciar la presencia y participación de las mujeres en el proyecto del Reino. El hecho de que las mujeres acompañaran a Jesús desde el inicio de su ministerio, así como los doce apóstoles, les confiere el reconocimiento de discípulas “apostólicas” del anuncio del mensaje cristiano. Ellas son las “testigos privilegiadas” de la Resurrección del Señor y se convierten en animadoras de comunidades en el origen mismo de la Iglesia. Las mujeres no juegan un rol pasivo en el misterio de la Salvación; más bien son llamadas a dinamizar y enriquecer la apostolicidad. Toda mujer cristiana está llamada a testimoniar la dignificación y revalorización que Jesús hace de ellas, en espera de su respuesta comprometida en la Iglesia y en el mundo. Aunque en la Iglesia no exista aún la posibilidad de admitir a las mujeres en un ministerio propio, es importante recordar que lo principal lo tenemos en común: la fe y la misión evangelizadora. ¿Valoras y respetas a la mujer en su integridad? " (Koinonía)
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