viernes, 9 de septiembre de 2022

VER, ANTES DE GUIAR

 



En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta comparación: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano".

Vemos con mucha facilidad los defectos de los demás. No vemos los nuestros o tenemos mil excusas para dejarlos sin corregir. No nos damos cuenta de que, muchas veces, proyectamos nuestros defectos en los demás. Lo que vemos en ellos, son en realidad nuestros defectos. Jesús nos dice muchas veces que no debemos juzgar a los demás; y si debemos corregirlos, es con humildad. Conscientes de que nosotros somos los primeros en necesitar corrección.

"Jesús no pretende condenar la corrección fraterna, pero nos pide ser humildes en el reconocimiento de nuestras debilidades (la viga) antes de intentar corregir los defectos de los otros (la pelusa). Cuando obramos por caridad, no por hipocresía, nuestra corrección no sólo será comprendida sino respetada. Recordemos que antes de fijarnos en los defectos de los demás tenemos que reconocer los nuestros, primero, para no ser hipócritas y segundo, para ser pacientes y comprensivos. Son recomendaciones que surgen espontáneas de la ley del amor y que deberíamos tener presentes en todo momento. Hay personas muy hábiles en los consejos pastorales y comunidades cristianas, que señalan con el “dedo de Dios” las faltas cometidas por sus hermanos y hermanas; esas mismas personas que se creen “perfectas” con mucha facilidad disimulan sus errores. Necesitamos un espejo limpio para vernos en él, como comunidad pecadora necesitada de conversión. Pidamos al Dios justo y misericordioso nos infunda su Espíritu para trabajar por comunidades que maduren en el amor. ? " (Koinonía)

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