martes, 10 de mayo de 2011

EL ANACORETA Y LA BENEVOLENCIA



Cada vez que el joven seguidor leía el evangelio de los viñadores, en el que el amo de la viña paga lo mismo a los que han trabajado todo el día que a los que lo han hecho solamente durante una hora, se revelaba.
- O sea, que una persona que ha sido toda su vida un sirvengüenza, porque al final se arrepiente, va a recibir lo mismo que el que toda su vida ha sido honesto y se ha sacrificado...¡Es injusto!
El anacoreta lo miró con una sonrisa entre pícara y benevolente, y dijo:
- Eudokía
- No entiendo - respondió el joven
- Eudokía es la palabra griega que traducimos por benevolencia divina. Dios no hace diferencias. Es benevolente con todos. Nos ama a todos, incluso a los de mala voluntad...
Tomó por una mano al joven, lo hizo sentar y prosiguió:
- Esta es, con mucho, la parábola más revolucionaria de todo el Evangelio. Así como los predicadores y los escritores de espiritualidad utilizan mucho la parábola del Hijo Pródigo (casi siempre mal, porque desvían el mensaje principal, que es el de un Padre Bueno), pocas veces se comenta la de los viñadores y siempre en pocas palabras, diciendo que el Amor de Dios es incomprensible.
Hizo una pausa y continuó:
- No la comentan, porque esta parábola desmonta el elemento en el que tantos predicadores se basan: el premio y el castigo. Esa terrible idea que nos metieron en la cabeza ya desde muy pequeños con la amenaza:
"Si te portas mal Dios te castigará". Cosa, por otro lado normal en esta sociedad competitiva en la que vivimos y en la que todo se basa en el éxito y el fracaso. Y nos hemos metido en la cabeza que el Cielo es una conquista.
Sonrió y tomó una mano del joven:
- Nuestras categorías no son las de Dios. Y, casi seguro, ni todos los que nosotros consideramos buenos lo son a los ojos de Dios, ni todos los que consideramos malos lo son para Él. Posiblemente no hay ni buenos ni malos...El Cielo es un regalo, no un premio...
El joven abrió unos ojos como platos. El Anacoreta lo tranquilizó:
- No. No quiero decir que todo vale. Que no importa nuestro comportamineto. Simplemente, que nuestros juicios no son necesariamente verdaderos y no podemos exigir a Dios, que tenga los mismos criterios que nosotros. Los ángeles, (recuerda que los evangelios son más catequéticos que históricos), cantaban la noche de Navidad: "Paz en la tierra a todas las personas que ama el Señor". La buena teóloga y escriturista Dolores Alexandre traduce: "...porque por algo a todas las ama el Señor".
Volvió a hacer una pausa, quizá sorprendido por haber hablado sin parar. Luego prosiguió:
- En la vida, lo importante es que actuemos honestamente. Los cristianos haciendo vida el Evangelio. Cada uno siendo fiel a su código ético, a sus creencias. No hemos de juzgar a los demás. Ni nosotros hemos de hacer las cosas pendientes de un premio o un castigo. Hemos de estar enormemente felices, porque todos somos objetos de la Eudokia de Dios, de su benevolencia. Un Dios que nos ama a todos, porque Él conoce el fondo de nuestro corazón, las profundidades de nuestro ser...

3 comentarios:

  1. Un Déu que ens estima pel que som, perquè ens coneix de debò... També em serveix de paràbola perfecta del que hauríem de fer les persones amb les altres persones, però que fàcil és jutjar sense coneixement de causa..., i a sobre convençuts que tenim raó.
    Avui la teva entrada és de les que inviten a la reflexió. Gràcies, Joan, i una abraçada!

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  2. Hermosa parábola, y me quedo con el párrafo que resume toda ella..."Un Dios que nos ama a todos, porque Él conoce el fondo de nuestro corazón, las profundidades de nuestro ser...".Dios es benevolente con todos ,sin distinciones, ni juícios, como deberíamos ser nosotros con los demás, y sin esperar un premio por ello.Un abrazo Joán.

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  3. Estic d'acord en que he d'actuar honestament, i que cadascú ha de ser fidel a la seva ética i a les seves creences. No hem de jutjar a ningú i actuar segons la nostra cosciència, confiant sempre en que Deu ens estima a tots.
    Una abraçada,
    M.Roser

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