domingo, 31 de mayo de 2015

ÉL ESTÁ CON NOSOTROS


"Así pues, los once discípulos fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:
– Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."

Los discípulos, siguiendo las indicaciones de Jesús, vuelven a Galilea. Él les sale al encuentro, pero algunos dudan. La duda nos acompaña siempre, si no sabemos reconocerlo, si no dejamos que se acerque a nosotros. Estamos en una sociedad en que ponemos barreras a Jesús; por eso nos cuesta reconocerlo.
Jesús les da una orden: "haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo". A primera vista puede parecer que Jesús nos invita al proselitismo, a hacer creyentes de una doctrina. Jesús nos pide que hagamos discípulos de Fe, seguidores de su vida. Personas que amen a sus hermanos hasta la entrega total, como hizo Él. Jesús quiere discípulos, personas que sigan su camino. Y el camino de Jesús fue el de curar a los "enfermos": devolver la vista, hacer caminar al paralítico, quitar el mal del corazón...Luchar por la justicia y por hacer de este mundo un mundo de paz y amor: el Reino.
Esto no es fácil. Por eso nos promete que Él estará cono nosotros hasta el fin del mundo. Pero hemos de destruir esas "barreras" (el dinero, la guerra, el egoísmo, el poder...) que nos impiden verlo.
Leemos este evangelio en la festividad de la Trinidad. Precisamente, "porque la mejor manera de creer en este dogma es seguir los pasos  de Jesús, que vivió como Hijo amado del Padre y, que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo mejor para todos" (Pagola). 
La imagen de la Trinidad es el Amor. El Amor que une las tres personas haciéndolas un sólo Dios y que un día nos abrazará a todos, haciéndonos uno con Dios.
Recorramos nuestro camino de entrega, convencidos de que Él está con nosotros. 




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