martes, 23 de abril de 2019

EL ENCUENTRO


"María se quedó fuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó a mirar dentro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Los ángeles le preguntaron:
– Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
– Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
Apenas dicho esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, aunque no sabía que fuera él. Jesús le preguntó:
– Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
– Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo vaya a buscarlo.
Jesús entonces le dijo:
– ¡María!
Ella se volvió y le respondió en hebreo:
– ¡Rabuni! (que quiere decir “Maestro”).
Jesús le dijo:
– Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios.
Entonces fue María Magdalena y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también lo que él le había dicho." 
Juan nos muestra hoy el encuentro entre Marí Magdalena y Jesús. María lo busca. Cree que han robado su cuerpo. Como siempre ocurre, es Jesús el que encuentra a María y la llama por su nombre. Por difíciles que sean los momentos que pasamos, Jesús siempre saldrá a nuestro encuentro y nos llamará por nuestro nombre.
"El evangelio muestra el itinerario espiritual que recorre María Magdalena y, en ella, se traza el caminar de la comunidad. Primero, se experimenta el llanto (v. 11). Las lágrimas denotan un afecto intenso, donde la fe y la incipiente comunidad parecen deshacerse; pero ellas no desmerecen la búsqueda de María, al contrario, la cualifican, porque no se resigna al fracaso, sino que, en el lugar de la pérdida, adquiere una densidad que revela la presencia esperanzadora de Dios. Segundo, acontecen el encuentro y el reconocimiento del Maestro (vv. 14-17). En medio de la ausencia de sentido, toma forma el encuentro con el Resucitado que confiere identidad a la persona-comunidad (v.16) y les muestra a quiénes pertenecen: a su Padre y Dios (v. 17). Tercero, tiene lugar la experiencia del testimonio público del Resucitado (v. 18). La experiencia existencial de María y de la comunidad, son la misma que recorre el creyente cuando decide sentirse enviado a anunciar la buena noticia de la resurrección a los otros. ¿Cómo personas pertenecientes a comunidades creyentes, estamos dispuestos a hacer este camino?" (Koinonía) 


1 comentario:

  1. "Maria es va quedar fora, al costat del sepulcre, plorant. I plorant com estava, es va ajupir a mirar dins i va veure dos àngels vestits de blanc, asseguts on havia estat el cos de Jesús, un a la capçalera i l'altre als peus. els àngels li van preguntar:
    - Dona, per què plores?
    Ella els va dir:
    - Perquè s'han endut el meu Senyor i no sé on l'han posat.
    Tot just dit això, va tornar la cara i va veure-hi Jesús, encara que no sabia que fos ell. Jesús li preguntà:
    - Dona, per què plores? A qui busques?
    Ella, pensant que era el que tenia cura l'hort, li va dir:
    - Senyor, si tu te l'has portat, digues-me on l'has posat, perquè jo vagi a buscar-lo.
    Jesús llavors li va dir:
    - María!
    Ella es va girar i li va respondre en hebreu:
    - Rabuni! (Que vol dir "Mestre").
    Jesús li va dir:
    - Suéltame, perquè encara no he anat a reunir-me amb el meu Pare. Però veu i digues als meus germans que vaig a reunir-me amb el que és el meu Pare i el vostre Pare, el meu Déu i el vostre Déu.
    Llavors va ser Maria Magdalena i va explicar als deixebles que havia vist el Senyor, i també el que ell li havia dit. " ...Mestre ! ....-Maria !

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