martes, 8 de diciembre de 2020

LLENA DE GRACIA...



 En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.

"María, concebida sin mancha de pecado original, es oportuna y eficaz en este tiempo de Adviento y en esta semana de preparación del camino del Señor, ya que la fiesta nos habla de “elección” como recuerda la Carta a los Efesios “nos ha elegido por pura gracia…” y de manera clara en el Evangelio cuando el arcángel llama a María “la llena de gracia”. Todas las promesas de Dios a la humanidad se hacen realidad en María. La Palabra de Dios nos invita a contemplarla como “peregrina de la fe”, como la mujer que se dejó encontrar por Dios en su vida cotidiana y que, a pesar de no ver claro sus designios, respondió con un sí total y se puso en camino. Hoy, María nos invita a tener el arrojo para llevar adelante la voluntad de Dios con la fuerza del Espíritu. ¿Por qué nos aturde o confunde el hecho de que Dios se haga tan cercano a nosotros llamándonos hijos suyos e invitándonos a configurarnos con su Hijo en la Eucaristía?" (Koinonía) 


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