sábado, 11 de febrero de 2023

LA FUERZA DE COMPARTIR

 

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos." Le replicaron sus discípulos: "¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?" Él les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Ellos contestaron: "Siete." Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

El número siete es simbólico en el Antiguo Testamento. Expresa la plenitud. Los siete panes que reparten los discípulos nos indica que reparten todo lo que tienen. La siete canastas que se recogieron, indican que tras la comida, volvieron a compartirlo todo. Nadie guardó nada. Si nuestra sociedad fuese capaz de compartirlo todo...Pero todos guardamos algo, algunos mucho, para nosotros. Todo lo que nos sobra a nosotros le falta a alguien. ¿Llegaremos un día a ser discípulos verdaderos de Jesús y compartirlo todo?

"Hoy, en medio del individualismo y la mercantilización de la vida, es muy fuerte y extendida la tentación de vivir en soledad. Esta soledad se convierte en indolencia cuando vivimos sin preocuparnos por los demás, negando nuestra naturaleza como Creación en comunidad. Adicionalmente la soledad nos carcome cuando, viviendo en comunidad, no hacemos nada por denunciar la opresión o corregir las desigualdades. A esto invita Jesús a su comunidad discipular: a no quedarse de brazos cruzados o rezando, sino compartir en solidaridad la suerte de los hambrientos y desprotegidos. Que el Señor nos ayude a caminar en comunidad, alejados de toda soledad e indolencia que niega nuestro vínculo con la Creación y el compromiso que tenemos para con el cuidado integral de la vida. Aun eso poco que tienes, si lo compartes, se transforma en fuente de bendición para tu vida. No te acostumbres a acumular; recuerda que es mejor compartir." (Koinonía)

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