miércoles, 1 de noviembre de 2023

¿QUIÉNES SON LOS SANTOS?

 

Dichosos los que reconocen su pobreza espiritual, porque suyo es el reino de los cielos.
Dichosos los que sufren, porque serán consolados.
Dichosos los humildes, porque heredarán la tierra que Dios les ha prometido.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán satisfechos.
Dichosos los compasivos, porque Dios tendrá compasión de ellos.
Dichosos los de corazón limpio, porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos.
Dichosos los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros, cuando la gente os insulte y os maltrate, y cuando por causa mía digan contra vosotros toda clase de mentiras. ¡Alegraos, estad contentos, porque en el cielo tenéis preparada una gran recompensa!

Celebramos a todos los Santos. Los canonizados y la multitud que no lo han sido ni lo serán, pero que están en los brazos del Padre y son verdaderos Hijos suyos. El Evangelio de hoy nos dice quiénes son los Santos: los pobres, los que sufren, los que tienen hambre y sed de justicia, los compasivos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por hacer el bien, los insultados y maltratados por causa de Jesús. Estos son los Santos que celebramos hoy.

"Tengo un amigo puertorriqueño que tiene un hijo casado con una filipina y una hija prometida a un afroamericano. En broma, le digo que va a tener nietos multicolores. Se ríe y dice que, con tal de que le llamen “abuelito”, le da lo mismo de qué color sean. Creo que así se debe sentir Dios Padre con todos sus hijos, de toda raza, pueblo y lugar. Con tal de que se reconozcan—nos reconozcamos—como hijos de Dios, pues lo somos. Con tal de que lo llamemos Padre.
Una gran muchedumbre de quienes buscan, los bienaventurados. Es decir, todos nosotros. No pensamos que seamos santos de altar, pero sí que probablemente podamos considerarnos en búsqueda y somos parte de ese pueblo llamado y congregado. Esta muchedumbre es la de los que buscan el bien, la verdad, la bondad. Los que buscan el rostro de Dios. Pero quizá al leer las bienaventuranzas no nos sintamos tan “dichosos” como dicen algunas traducciones del pasaje. La palabra griega “makarios” en realidad se refiere más bien a la más profunda felicidad, literalmente bienaventuranza, es decir, buena fortuna o bendición, de haber visto el rostro de Dios en lo tan aparentemente contradictorio: la pobreza, la persecución, el dolor y las lágrimas.  A veces hemos podido escuchar las palabras con un cierto romanticismo. Pensándolo bien, son duras y difíciles, sobre todo en un mundo en que frecuentemente nos movemos a golpe de capricho y comodidad. En un mundo en que huimos del dolor a toda costa y nos preguntamos a menudo por qué la ciencia, o el dinero no han remediado nuestro problema, pequeño o grande. En un mundo en que parece que siempre hace falta algo más; siempre hay que buscar una nueva forma de diversión, un estímulo más excitante. Y donde, al final, uno se siente vacío y huérfano.
Así que, después de escuchar la lista de las múltiples calamidades que nos pueden ocurrir como hijos de Dios (o que nos están ocurriendo), se nos dice: “Alegraos y saltad de júbilo”.  Y nos podemos quedar rascándonos la cabeza y preguntándonos en qué mundo será eso. Y se nos repite entonces: esto es el mundo en que personas de toda tierra, clase y lugar vienen a contemplar el rostro de Dios. Han encontrado lo más importante, han llamado a Dios Padre y han escuchado al Padre llamarlos “hijos”.  Y ya no les hace falta nada más.
Hoy celebramos a Todos los santos, todos los que de verdad se sintieron hijos, esa inmensa muchedumbre que entendió este rarísimo mensaje. Quienes se sintieron bienaventurados al no tener nada, porque lo tenían TODO."
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda)

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