martes, 20 de agosto de 2024

CÓMO FORMAR PARTE DEL REINO

 


Jesús dijo entonces a sus discípulos:
– Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oírlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
– Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
– Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios.
Pedro entonces añadió:
– Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
Jesús les respondió:
– Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna. Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros.


Es la continuación del texto de ayer. El joven marcha triste porque sus riquezas no le permiten seguir a Jesús. Las riquezas no son únicamente el dinero. Son todo aquello que nos hace falsamente superiores a los demás. Todo aquello que tenemos en exceso y falta a los demás. Porque el dinero, el poder, las posesiones, nos hacen insolidarios. No nos permiten amar. Por eso nos dice Jesús que que difícilmente un rico entrará en el Reino. Porque el Reino es el Amor, la entrega, la solidaridad...
Los judíos asociaban la riqueza al beneplácito de Dios. Por eso los amigos de Job, al perderlo todo, le acusan de que seguramente había pecado. Por eso los apóstoles preguntan que quién podrá salvarse entonces.
Jesús nos repite mil y una vez, que el Reino es de los sencillos, de los pobres, de los pequeños, de los niños...Es decir, de aquellos que son capaces de confiar, de entregarse, de amar. Es amando como se forma el Reino. ¿Lo entenderemos verdaderamente algún día?



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