martes, 15 de abril de 2025

DOS TRAICIONES

 


Habiendo dicho estas cosas, Jesús, profundamente conmovido, añadió con toda claridad:
– Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.
Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, sin saber a quién se refería. Uno de sus discípulos, al que Jesús quería mucho, estaba cenando junto a él, y Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. Él, acercándose más a Jesús, le preguntó:
– Señor, ¿quién es?
– Voy a mojar un trozo de pan – le contestó Jesús –, y a quien se lo dé, ese es.
En seguida mojó un trozo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo:
– Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
Pero ninguno de los que estaban cenando a la mesa entendió por qué se lo había dicho. Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le decía que comprara algo para la fiesta o que diera algo a los pobres.
Judas tomó aquel trozo de pan y salió en seguida. Ya era de noc
Después de haber salido Judas, Jesús dijo:
– Ahora se manifiesta la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se manifiesta en él. Y si él manifiesta la gloria de Dios, también Dios manifestará la gloria del Hijo del hombre. Y lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Me buscaréis, pero lo mismo que dije a los judíos os digo ahora a vosotros: No podréis ir a donde yo voy.
Simón Pedro preguntó a Jesús:
– Señor, ¿a dónde vas?
– A donde yo voy – le contestó Jesús – no puedes seguirme ahora, pero me seguirás después.
Pedro le dijo:
– Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? ¡Estoy dispuesto a dar mi vida por ti!
Jesús le respondió:
– ¿De veras estás dispuesto a dar tu vida por mí? Pues te aseguro que antes que cante el gallo me negarás tres veces.
(Jn 13,21-33.36-38)

En el texto de hoy vemos dos traiciones. Podemos preguntarnos por qué una acaba con un suicidio y la otra siendo cabeza de la Iglesia.
Ambas traiciones son muy diferentes. Judas traiciona buscando un provecho propio. Ve que Jesús va que Jesús acabará siendo ajusticiado y busca un provecho económico. Pedro ama  Jesús, pero es débil, tiene miedo. Lo negará, pero seguirá amándolo. Jesús, que comprende nuestra debilidad, lo perdona. Posiblemente, si Judas hubiese pedido perdón, también habría sido perdonado.
Todos somos débiles. Jesús comprende nuestra debilidad. Si pedimos perdón, siempre nos perdonará.

"En la escena de hoy nos quedamos con la pregunta, ¿a dónde va Judas? Lo sabemos por el resto de la historia, pero en este momento va a hacer pronto lo que tiene que hacer, según el encargo de Jesús.
El otro misterio es a dónde va Jesús. Y resulta que los dos misterios están total e íntimamente relacionados. La traición de Judas llevará a Jesús a su Pasión, muerte y resurrección, y por tanto, a la salvación del mundo. El misterio no está tanto en a dónde van uno y otro, cuanto en el cómo una traición puede llevar a la salvación. Resulta difícil de comprender.
Otra pregunta que queda en el aire es “¿soy yo, Señor?”, el que va a traicionar. Esa es la verdadera pregunta que nos queda. ¿Seré yo quien traicione? ¿Seré yo quien me venda por unas monedas de plata? En el fondo, no hay misterio ni pregunta en eso para nosotros. La espada de doble filo de Cristo ya nos ha acusado aunque no lo hayamos reconocido. Preguntamos con la casi seguridad de la respuesta, con el temor de haber ya perpetrado la traición. ¿Cuáles son nuestras treinta monedas de plata? ¿Será el tratar de quedar bien con otros y no confesar la verdad?; ¿Será hacer un juicio injusto y quedarnos satisfechos de ser “los buenos”?; ¿Será el buscar la propia comodidad y no sacrificar tiempo o recursos por otros? ¿Será mentir para ocultar una falta? ¿Será aprovecharse del trabajo de otros y asumir el mérito? Nuestra “plata” puede resultar cómoda y ventajosa en cierto momento. Pero se hace en la oscuridad de la noche… Y quien paga el verdadero precio es el Cristo y su Cruz.
Sabemos, en el fondo, que no hay misterio, por más que tratemos de convencernos a nosotros mismos. No hay misterio, pero sí mucha oscuridad. La traición ocurre con nocturnidad y alevosía, confesada o no. Los discípulos pensaron que quizá Judas iba a dar una limosna a los pobres. Nosotros conocemos la verdad, aunque tratemos de justificarnos. Jesús se lo revela a Pedro, quien no quiere creerlo. Y a nosotros también."
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda)

No hay comentarios:

Publicar un comentario