viernes, 30 de septiembre de 2022

DEBEMOS CONVERTIRNOS

 


En aquel tiempo dijo Jesús: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. T tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado".

Todos debemos convertirnos. Es decir, intentar ser consecuentes con nuestra Fe. Ser cristiano no es únicamente estar bautizado. Es seguir a Jesús con todo nuestro corazón en todos los momentos de la vida. Hemos de ser fieles y entregarnos constantemente. Vivir en conversión contínua.

"Los evangelios atestiguan la misión del Reino como una tarea compartida. La relación de Jesús con la comunidad apostólica llega a ser tan intensa y cercana que le inquieta ser incomprendido de quienes Dios se ha fiado. Descubramos la importancia de la misión evangelizadora que no se reduce sólo a sermones y enseñanzas doctrinales, se basa en el testimonio para que el mundo crea. El rechazo reciente a la Iglesia en distintos puntos de Occidente y América Latina se basa en el mal ejemplo de muchos de sus líderes. El pueblo no puede escuchar a quien sólo predica y no practica. El rechazo a la jerarquía no es necesariamente un desprecio a la Buena Nueva de Jesús, sino a la incoherencia de sus pastores. No vale la excusa de que somos pecadores cuando sólo se lo aplicamos a los demás. Es tiempo de revisión de la espiritualidad, reconocer los errores y pedir perdón. ¿Qué piensas de la afirmación: “Yo creo en Cristo, pero en la Iglesia no”? " (Koinonía)

jueves, 29 de septiembre de 2022

VERÉIS EL CIELO ABIERTO

 


En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

Hoy es la festividad de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En la Biblia aparecen en momentos importantes. Jesús, en el evangelio de hoy, le dice a Natanael, que verá los cielos abiertos y a los ángeles subir y bajar. Son los mensajeros. Nos ayudan. Por eso, a las personas que se cuidan de los demás, decimos que son unos ángeles. Todos debemos ser ángeles unos de otros.

"Lucas muestra a menudo la intervención de los ángeles en el origen de la Iglesia porque, con la venida de Cristo, la humanidad ha entrado en la era definitiva en la cual Dios está cercano al hombre y el cielo está unido a la tierra. Ellos son enviados por Dios, sus espíritus servidores, con la misión de asistir a los que han de heredar la Salvación. Nuestra “acción de gracias”, la Eucaristía, es una concelebración en la cual nos unimos a los ángeles en el triple canto del “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del Universo”. Esta fiesta recuerda la cercanía de Dios al enviarnos al Ángel por excelencia, Cristo Jesús, pero también con los ángeles que, cumpliendo su voluntad, nos ayudan en nuestro camino. Y, a la vez, nos estimula a imitarlos en sus actitudes de alabanza a Dios, sirviendo a los hermanos. ¿Has considerado que tu testimonio y servicio generoso a los demás te manifiestan como un ángel, un enviado del Señor?" (Koinonía)

miércoles, 28 de septiembre de 2022

SEGUIR A JESÚS

 

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza."
A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios."
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."

Seguir a Jesús supone dejarlo todo. No podemos anteponer nada a Él. Es confiar plenamente en Él. Dejarse arropar en sus brazos. Aceptar su voluntad. Esto no es fácil; pero Él está con nosotros, nos ayuda y comprende nuestras debilidades.

"El camino a Jerusalén también comprende enseñanzas dirigidas a los discípulos. Estas instrucciones los preparan para la misión que han de continuar después de la Resurrección. Es una especie de itinerario que deben seguir las comunidades discipulares: han de ser solidarias con los desposeídos que no tienen donde vivir; el primer y mayor compromiso es con la vida vulnerada; vivir la libertad y disponibilidad sin apegos exclusivistas; siempre con esperanza y sin acobardarse. Jesús nos invita a reflexionar sobre la seriedad del camino que emprendemos cuando deseamos seguirlo de corazón. Dar testimonio de tu fe y de tu seguimiento de Jesús significa organizarte comunitariamente, salir a marchas para denunciar injusticias, defender la vida de los migrantes, de los desaparecidos, de las mujeres, del planeta, etc. No reduzcas tu vida cristiana a visitas dominicales porque has de ser testigo de Jesús con tu vida, donde quiera que vayas y en aquello que realizas. Recuerda que por el Bautismo estás invitado a ser profeta, es decir, vocero de Dios. ¡No te desanimes! " (Koinonía)

martes, 27 de septiembre de 2022

SALVAR LO PERDIDO

 


Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?" El se volvió y les regañó, y dijo: "No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos".
Y se marcharon a otra aldea.

Jesús ha venido a salvar lo perdido. Nosotros, como los apóstoles, no lo hemos entendido. Y a lo largo de la historia hemos montado la Inquisición, hemos hecho Cruzadas, hemos excomulgado a los que no pensaban como nosotros...¡Qué lejos estamos muchas veces de Jesús!

"Jesús se dirige con decisión a cumplir la misión que Dios y la realidad demandan. La expresión «emprendió decidido el viaje a Jerusalén» señala algo más que una peregrinación. Es el itinerario que lo conduce a enfrentarse al sistema político y religioso que lo condenará a muerte. Jerusalén es el centro de poder que decidirá la suerte final de Jesús; sin embargo, no rehúye. Hoy son muchos los centros de poder que continúan condenando a personas inocentes. Necesitamos aprender del aplomo y resolución que Jesús tuvo para no echarse para atrás. Nuestro compromiso cristiano por la transformación de la realidad hoy es apremiante y no admiten demora. Se trata de no dejarnos vencer ante las dificultades, asumir riesgos y no cruzarnos de brazos. Tenemos que observar nuestras reacciones y actitudes de poca tolerancia para no dejarnos ganar nunca por la confrontación o la descalificación. Nuestra misión depende no de nosotros solos, sino del Espíritu y sus nobles inspiraciones. ¡Recuerda que eres portador de Buenas Noticias! " (Koinonía)

lunes, 26 de septiembre de 2022

EL MÁS IMPORTANTE EN EL REINO

 


En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: "El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante".
Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir". Jesús les respondió: "No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro".


Los apóstoles están preocupados por quién será el más importante en el Reino. Jesús lo anuncia claramente: el que se haga como un niño, el más pequeño, el servidor, el sencillo...Nosotros seguimos sin entenderlo y seguimos buscando los puestos principales. Así nos va.

"El poder de Dios no puede ser medido con criterios humanos. A los cristianos nos ha costado asumir la enseñanza y el ejemplo de Jesús, que «no ha venido a ser servido sino a servir». Ser el menor o el último en una sociedad que categoriza a las personas es el estatus que debe alcanzar un cristiano en la comunidad. Aprender que nosotros no somos los únicos o los mejores en el campo evangelizador nos hará más humildes y tolerantes, incluso con las comunidades que no pertenecen al catolicismo. Jesús nos invita a la tolerancia y a evitar el “carrerismo” religioso; cuidado porque también nosotros podríamos caer en fanatismos y fundamentalismos estériles. ¿Sirvo o busco que me sirvan? ¿Soy tolerante con otras denominaciones religiosas? " (Koinonía)

domingo, 25 de septiembre de 2022

EL DINERO DESHUMANIZA

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.
Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "
Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."
El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."
El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.
Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""


Leemos hoy una parábola del evangelio de Lucas. Se llamaba Lázaro (nombre derivado del hebreo el’azar que significa “Dios ayuda”), aunque en vida no gozó, al parecer, de la ayuda divina. Le tocó en desgracia ser mendigo, como a tantos millones de seres humanos hoy, estar postrado en el portal de la casa de un rico sin nombre, uno de tantos, al que tradicionalmente se le ha calificado de “epulón”, o sea, “banqueteador”.
Lázaro o “Dios ayuda” tenía en realidad pocas aspiraciones: se contentaba con llenarse el estómago con lo que tiraban de la mesa del rico, las migajas de pan en las que los señores se limpiaban las manos a modo de servilletas. Pero ni siquiera esto pudo conseguirlo, pues nadie le hizo entrar a la sala del banquete. Para colmo, unos perros callejeros, animales considerados impuros y en estado semisalvaje, tan comunes en la antigüedad, se le acercaban para lamerle las llagas. Imposible mayor marginación: pobreza e impureza de la mano. Nada dice el evangelio de las creencias religiosas de este hombre, con razones sobradas para dudar seriamente de la reconocida compasión divina para con el pobre y el oprimido. Tal vez ni siquiera tuviese tiempo ni ganas de pararse a pensar en semejantes disquisiciones teológicas.
Tanto al rico como al pobre les llegó la hora de la muerte, a partir de la cual se cambiarían en el más allá las tornas, como pensaban los fariseos. Aunque, dicho sea de paso, con esto del “más allá”, quienes hacían de la religión baluarte de conservadurismo e inmovilismo han invitado mil veces a la resignación, tildada de “cristiana”, a la paciencia y al mantenimiento de situaciones injustas a los que las sufrían; en el más allá -se decía- Dios dará a cada uno su merecido. Aunque siempre cabe pensar: ¿y por qué no ya desde el más acá?
Para muchos predicadores, satisfechos con la imagen de un Dios que “premia a los buenos y castiga a los malos”, como el dios que profesaban los fariseos, la parábola terminaba en el más allá contemplando el triunfo del pobre y la caída del rico. Apenas se comentaba la última escena, clave importante para comprender su mensaje. De ser así, esta parábola sería una invitación a aceptar cada uno su situación, a resignarse, a cargar con su cruz, a no rebelarse contra la injusticia, a esperar un más allá en el que Dios arregle todos los desarreglos y desmesuras humanas. Entendido así, el mensaje evangélico se hermanaría con un conformismo a ultranza que ayuda a mantener el desorden establecido, la injusticia humana y las clases sociales enfrentadas.
Pero esta parábola no es una promesa para el futuro. Mira a la vida presente y va dirigida a los cinco hermanos del rico, que continuaban –después de la muerte de su hermano y de Lázaro– en la abundancia y el despilfarro. Por eso, el rico, alarmado por lo que espera a sus hermanos si siguen viviendo de espaldas a los pobres, pide a Abrahán que envíe a Lázaro a su casa, a sus hermanos, para que los prevenga, no sea que acaben en el mismo lugar de tormento. Para cambiar la situación en que viven sus hermanos, el rico epulón piensa que hace falta un milagro: que un muerto vaya a verlos. Crudo realismo de quien conoce la dinámica del dinero, que cierra el corazón humano a la evidencia de la palabra profética, al dolor y al sufrimiento del pobre, a la exigencia de justicia, al amor e incluso a la voz de Dios. El dinero deshumaniza. Me remito a la experiencia de cada uno.


sábado, 24 de septiembre de 2022

UN JESÚS SERVIDOR

 

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto".

Como ya veíamos ayer, Jesús vino a servir. Fue una persona sencilla que le tocó sufrir la incomprensión y la persecución. Ese es el camino que debemos seguir sus discípulos.

"Ante la admiración que Jesús despertaba por sus gestos compasivos y la profundidad de sus palabras, le recuerda a la comunidad discipular que su destino no es el de sobresalir sino ser condenado a muerte injustamente. Tan parecido a nuestros días, pues la gente que defiende la vida, los bosques, el agua, los cultivos nativos, son la gente perseguida y encarcelada. Lucas, como los otros evangelistas, insisten en el mesianismo liberador de Jesús. Sus seguidores deseaban ver en él un mesías poderoso, con ventajas materiales para ellos mismos, que diera su merecido a los prepotentes. Desafortunadamente también a nosotros nos gustan esas imágenes falseadas de Jesús “Todopoderoso”. Jesús nos recuerda que vino en la humilde condición campesina como servidor, dispuesto a entregar la vida por amor. Colaborar con él en la salvación-humanización de este mundo pide cargar con la cruz y continuar su causa de liberación. Pidamos el Espíritu que animó a los apóstoles, para dar testimonio de él en nuestras entregas cotidianas." (Koinonía)

viernes, 23 de septiembre de 2022

EL VERDADERO JESÚS

 

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas". El les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios". El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar el tercer día".

Pedro sabía quien era Jesús. Pero, ¿lo conocía realmente, o esperaba el Mesías triunfante que les haría libres de los romanos? ¿Somos nosotros conscientes del verdadero Jesús? Ciertamente vence al mal y a la muerte; pero tras ser perseguido, tras padecer, tras ser despreciado...¿Somos conscientes de que seguirlo nos traerá problemas? ¿Somos conscientes de que seguirlo significa entregarse totalmente a los demás?

"Ayer el interesado en saber de Jesús era Herodes. Hoy parece ser el mismo Jesús a quien le interesa saber realmente si lo están comprendiendo. La pregunta a sus seguidores invita y casi obliga a dejar en evidencia lo que ha significado para sus vidas conocerlo. Muchos hablan con admiración de la fe y del mensaje de Jesús sin adoptar personalmente un compromiso mayor con la causa del Reino de Dios. La respuesta a Jesús y el encuentro personal con Él es el paso decisivo en la vida de cada persona que quiere ser su discípulo. Descubramos que la respuesta pasará de un “se dice” a un “yo soy testigo”. En nuestro camino de fe, lo decisivo no es lo que predicamos sino lo que demostramos con hechos concretos de amor. ¿Sigo al Mesías que va a la cruz para liberar a su pueblo o al Jesús celestial que poco me compromete? Cuidado con una Buena Nueva descafeinada. ¿A qué me invita Jesús en esta etapa de mi vida? " (Koinonía)

jueves, 22 de septiembre de 2022

CONOCER A JESÚS


 


En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.

¿Conocemos a Jesús? Creemos conocer el Evangelio, pero ¿lo meditamos? Cada día deberíamos dedicar unos momentos para leer un fragmento y tratar de interiorizarlo. Sólo así llegaremos a conocer verdaderamente a Jesús y hacerlo guía de nuestra vida. Hacernos uno con Él tratando de seguirle e imitarle. 

"Herodes pone en evidencia la superficialidad con la que vive, no le importan las personas sólo busca cuidar su estatus y su poder; lástima que este rey no conocía el texto del Eclesiastés que nos recuerda que todo en este mundo material es pura ilusión efímera. No toda persona quiere conocer de Jesús con la intención de dejarse transformar por él; algunos se acercan a Jesús por curiosidad como Herodes, otros por interés o por una necesidad puntual, habrá quien quiera conocerlo como personaje histórico, etc. Hoy sigue habiendo curiosidad y algo más por la persona de Jesús. Algunos, si lo vieran, posiblemente le pedirían una selfie o su autógrafo, pero no se comprometerían con él ni lo seguirían en su proyecto del Reino. Otros lo buscarían para obtener algún beneficio o milagro, pero no pasarían de ahí. Es inútil interesarse por Jesús si después no se es continuador de su causa. Dejará insatisfechos y frustrados a quienes lo ven como un ser a admirar o temer. ¡Déjate transformar! " (Koinonía)

miércoles, 21 de septiembre de 2022

MATEO EL PUBLICANO

 


En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

Jesús es el buen pastor que busca la oveja perdida. Por eso llama a Mateo, considerado un pecador por los judíos. Por eso come y bebe con los tenidos por pecadores por los fariseos. Nosotros tenemos la tentación de encerrarnos en nuestro grupo de los que nos creemos perfectos. Sin embargo, Jesús quiere que salgamos a la frontera, que busquemos a la oveja perdida. Aún a riesgo de mancharnos de barro.

"Toda vocación es un don gratuito que Dios concede a las personas; quien atiende al llamado recibe la ayuda necesaria para cumplir la misión encomendada. Mateo, un recaudador de impuestos y por lo tanto considerado un publicano y pecador, recibe un voto de confianza por parte de Jesús. Inmediatamente «se levantó y lo siguió» nos dice el texto. El Señor no nos llama por nuestras cualidades y méritos, ni porque seamos mejores a las demás personas, sino por su misericordia y su gracia. El llamado primero es a la vida y después, en continuidad, a la humanización, para ser personas en plenitud. Lo que necesita es un “sí” convencido e incondicional para hacernos testigos de su amor misericordioso. Hemos de acoger el don de la llamada con agradecimiento; cuidar y vivir nuestra vocación con la alegría. Participamos con Jesús de las causas que cuidan y defienden la vida. En ti Dios ha puesto su confianza. ¡Ánimo! ¿Qué herencia de vida dejarás a las futuras generaciones? " (Koinonía)

martes, 20 de septiembre de 2022

LA FAMILIA DE JESÚS

 

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos,
pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte." Él les contestó: "Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra."

"La familia de Jesús intenta comprender la dinámica del Reino de Dios y no les ha sido fácil asimilar que los lazos de sangre no pueden impedir ensanchar el corazón, que los valores del Reino nos abren a una comunidad universal. Creen que no les está permitido por la Ley sagrada. Jesús aprovecha la presencia de su familia para enseñar a la nueva comunidad que desea fundar que el criterio básico de pertenencia no es más la raza, la religión, la cultura o la sangre. Lo fundamental ahora será la fe en Dios y en las posibilidades de amor universal. El Señor valora las relaciones familiares pero abiertas, no exclusivas ni excluyentes. El que acepta la Palabra de Dios y la pone en práctica, se deja guiar por ella y se hace miembro de esta familia. Seamos hoy como María que guardaba la Palabra y la meditaba en su corazón hasta hacerla vida. ¿Consideras ser realmente de la familia de Jesús? ¡Pide un corazón que sepa madurar en el amor! " (Koinonía)

 

lunes, 19 de septiembre de 2022

SER LUZ

 



En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener".

La Fe es luz. La luz no tiene sentido si no ilumina, si la ocultamos. Lo mismo ocurre con la Fe. No es para guardárnosla para nosotros, para vivila únicamente en la intimidad. Es para mostrarla. Y la luz de la Fe verdadera es el Amor. Ser luz es amar. 

"Nosotros somos comparados con lámparas, capaces de iluminar a con nuestras palabras y gestos a quienes nos rodean. Una persona discípula-misionera que no ilumina es como una vela cubierta por una vasija que sólo está de adorno. Hoy son muchas las luces artificiales que iluminan nuestros ojos; irónicamente, en lugar de ayudarnos a ver con claridad nos nublan el horizonte; esas luces engañosas ejercen sobre nosotros una fuerza hipnotizadora que nos hace dependientes y consumistas, con poco sentido crítico y sin libertad para tomar nuestras propias decisiones. Dentro y no fuera de nosotros está la luz que Dios irradia; sólo tenemos que dejarla salir para convertirnos precisamente en esa lámpara que ilumina a todos los de la casa. San Antonio María Claret decía: “Tengo que ser como la vela; da luz y calor hasta que se consume”. Hemos escuchado «al que tiene se le dará más» y no en sentido material, sino en capacidad de enfrentar toda adversidad con fortaleza. ¿Qué haces para iluminar las vidas que te rodean? " (Koinonía)

domingo, 18 de septiembre de 2022

O DIOS O EL DINERO

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. "
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió: "Cien barriles de aceite."
Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó: "Cien fanegas de trigo."
Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero."

"Esta parábola –no siempre bien interpretada– va dirigida a los fariseos que son amigos del dinero, su verdadero Dios. Representa, como tantas otras, un caso extremo: un hombre que está a punto de ser despedido de su trabajo y que necesita actuar urgentemente para garantizarse el futuro, antes de quedarse sin empleo. Para ello plantea una estrategia. Acusado de derrochar los bienes de su amo (16,1), causa por la que se va a quedar sin trabajo, decide rebajar la cantidad de la deuda de cada uno de los acreedores de su amo, renunciando a la comisión que le pertenece como administrador. Es sabido que los administradores no recibían en Palestina un sueldo por su gestión, sino que vivían de la comisión que cobraban, poniendo con frecuencia intereses desorbitados a los acreedores. La actuación de administrador debe entenderse así: el que debía cien barriles de aceite había recibido prestados cincuenta nada más, los otros cincuenta eran la comisión correspondiente a la que el administrador renuncia con tal de granjearse amigos para el futuro. Renunciando a su comisión, el administrador no lesiona en nada los intereses de su amo. De ahí que el amo lo felicite por saber garantizarse el futuro dando el “injusto dinero” a sus acreedores.
El amo alaba la estrategia de aquel “administrador de lo injusto”, calificativo que se da en el evangelio de Lucas al dinero, pues, en cuanto acumulado, procede de injusticia o lleva a ella.
Para Lucas, todo dinero es injusto. Ahora bien: si uno lo usa –desprendiéndose de él– para "ganarse amigos", hace una buena inversión no en términos bursátiles, ni bancarios, sino en términos humanos cristianos. El injusto dinero, como encarnación de la escala de valores de la sociedad civil, sirve de piedra de toque para ensayar la disponibilidad del discípulo a poner al servicio de los demás lo que de hecho no es suyo, sino que se lo ha apropiado en detrimento de los desposeídos y marginados.
El “injusto dinero” es calificado en la conclusión de la parábola como "lo de nada" y "lo ajeno", en cuanto opuesto a "lo que vale de veras, lo importante, lo vuestro”. Y “lo que vale de veras” no es el don del dinero, sino el del Espíritu de Dios que comunica vida a los suyos (“cuánto más el Padre del cielo dará Espíritu Santo a los que se lo piden”, cf. Lc 11,13). Eso sí, para recibir el Espíritu (que es comunicación de la vida de Dios que potencia al hombre) se requiere el desprendimiento y la generosidad hacia los demás (11,34-36).
La parábola termina con esta frase lapidaria: “No pueden servir a Dios y al dinero”. La piedra de toque de nuestro amor a Dios es la renuncia al dinero. El amor al dinero es una idolatría. Hay que optar entre dos señores: no hay término medio. El campo de entrenamiento de esta opción es el mundo, la sociedad, donde los discípulos de Jesús tienen que compartir lo que poseen con los que no lo tienen, con los oprimidos y desposeídos, los desheredados de la tierra.
El afán de dinero es la frontera que divide el mundo en dos; es la barrera que nos separa de los otros y hace que el mundo esté organizado en clases antagónicas: ricos y pobres, opresores y oprimidos; el ansia de dinero es el enemigo número uno que imposibilita que el mundo sea una familia unida donde todos se sienten a la mesa de la vida. Por eso el discípulo, para garantizarse el futuro, debe estar dispuesto en el presente a renunciar al dinero que lleva a la injusticia y hace imposible la fraternidad." (Koinonía)

sábado, 17 de septiembre de 2022

PREPARAR EL CORAZÓN


 En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando".

La Palabra debe hacer raices en nuestro corazón, pero muchas veces lo tenemos lleno de estorbos. Amamos tonterías y no dejamos que crezca el verdadero amor. Si no limpiamos nuestro corazón de cosas inútiles, nunca la Palabra podrá dar fruto a través de él.

"La Parábola del Sembrador fortalece la esperanza de quienes perseveran en la escucha de la Palabra. El Reino anunciado y realizado en Jesús tiene una fuerza irresistible de crecimiento. ¿Por qué entonces no se notan esos resultados en tantos creyentes que escuchan, pero luego abandonan la propuesta? Primero, porque esta propuesta necesita corazones dispuestos a vivir de manera nueva; segundo, porque es aparentemente imperceptible y se va gestando en lo pequeño. A pesar de su poca notoriedad o de las dificultades que encuentra para su realización, su fruto es generador de vida. ¡No nos desanimemos! El mismo relato evangélico ofrece una explicación ya no de la siembra sino de las diferentes recepciones de la semilla, refiriéndose a la actitud que cada persona adopta ante el mensaje de Jesús. Necesitamos personas que colaboren en la extensión del Reino de vida, generando esperanza en tantas personas que a su alrededor sólo ven egoísmo y muerte. ¿Dónde notas que el reino de Dios da fruto en tu vida? ¡Sé tierra fértil! " (Koinonía)

viernes, 16 de septiembre de 2022

LAS DISCÍPULAS DE JESÚS

 

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

"Lucas muestra un interés particular en evidenciar la presencia y participación de las mujeres en el proyecto del Reino. El hecho de que las mujeres acompañaran a Jesús desde el inicio de su ministerio, así como los doce apóstoles, les confiere el reconocimiento de discípulas “apostólicas” del anuncio del mensaje cristiano. Ellas son las “testigos privilegiadas” de la Resurrección del Señor y se convierten en animadoras de comunidades en el origen mismo de la Iglesia. Las mujeres no juegan un rol pasivo en el misterio de la Salvación; más bien son llamadas a dinamizar y enriquecer la apostolicidad. Toda mujer cristiana está llamada a testimoniar la dignificación y revalorización que Jesús hace de ellas, en espera de su respuesta comprometida en la Iglesia y en el mundo. Aunque en la Iglesia no exista aún la posibilidad de admitir a las mujeres en un ministerio propio, es importante recordar que lo principal lo tenemos en común: la fe y la misión evangelizadora. ¿Valoras y respetas a la mujer en su integridad? " (Koinonía)

jueves, 15 de septiembre de 2022

NUESTRA MADRE



 En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Jesús, en la cruz, nos da a María como madre de todos. Hoy recordamos sus dolores. Los de una madre por su hijo. No sólo por Jesús, sino por todos nosotros.

"La devoción popular nos invita a meditar los siete dolores de María significando los momentos más difíciles que la madre de Jesús vivió y nos narran los Evangelios. La coparticipación dolorosa de María en el proyecto salvífico la convierte en testimonio ejemplar de solidaridad y valentía al permanecer al pie de la cruz; una parte de María, madre, muere junto a su hijo, y toda ella renace al experimentar la fuerza de la Resurrección en la comunidad creyente. Ahora ella, discípula pascual, permanece animando y fortaleciendo la fe y el compromiso evangelizador de la naciente Iglesia. Con María también renacen todas las causas que, en nuestra sociedad, buscan ser acalladas: de las mujeres frente al machismo; de los bienes naturales comunes frente al extractivismo; de los pueblos indígenas y afrodescendientes frente a la xenofobia; de los empobrecidos frente a las injusticias; de los jóvenes frente al adultocentrismo; y muchas otras causas a favor de la vida. Por eso hoy te decimos, María: ¡Camina con tu pueblo en sus luchas! " (Koinonía)

miércoles, 14 de septiembre de 2022

LA FIDELIDAD DE JESÚS

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."


"- Estamos en la «fiesta» (litúrgica) de la «Exaltación» de la Santa Cruz. Se trata de ese signo que identifica al cristianismo mundialmente, como la media luna identifica al islam o la estrella de seis puntas formada por dos triángulos equiláteros superpuestos inversamente –la estrella de David– es el emblema del judaísmo.Dentro de una mentalidad mágica, la cruz ha tenido en la historia casi tanto valor como el Cristo que en ella fue crucificado. «La señal de la cruz» ha espantado al demonio, ha alejado las maldiciones, ha «persignado» a todos los devotos, ha sido trazada millones de veces en el aire derramando bendiciones bienhechoras. 
- En la religiosidad popular, Cristo ha sido sobre todo el sufriente, el condenado, azotado, crucificado, varón de dolores, muerto entre sufrimientos insoportables. La cruz ha sido el signo del dolor, tanto del de Cristo como del universal. Para los cristianos, el sufrimiento de Cristo tiene referencia universal. -
- La inevitable dimensión dolorista de la cruz, hace que su «exaltación» no deje de implicar problemas. Algunos agentes de pastoral, con frecuencia, tratan de obviarlos simplemente mirando hacia otra parte, callando, o hablando de otra cosa. Pero este método evasivo no es el mejor servicio que se puede hacer al pueblo cristiano. Creemos que es mejor afrontar los problemas de frente y ponerles nombre y nuevos límites. Es lo que vamos a tratar de hacer. -
- El primer gran peligro es esa misma «exaltación» de la cruz, por lo que pueda tener de exaltación del sufrimiento por el sufrimiento, como si tuviera un valor cristiano por sí mismo. Aún se conserva en buena parte del pueblo cristiano una imagen de Dios dolorista y amante del sufrimiento, que parece alegrarse cuando ve sufrir, o que sólo otorga su gracia o su benevolencia al ser humano a cambio de sufrimiento. Muchas promesas, «mandas», de la religiosidad popular se hacen sobre ese esquema: yo me sacrifico, le ofrezco a Dios un daño que me hago a mí mismo, como «un pago anticipado para él, a cambio del favor solicitado»… Este Dios ante el que lo que vale y lo que le agrada es el sufrimiento, no es un Dios cristiano; la exaltación de una cruz que incluya –consciente o inconscientemente– una imagen de Dios así, no sería una exaltación cristiana. 
- Es un gravísimo problema esa teología, que aún está ahí, según la cual Dios envió a su Hijo al mundo a sufrir, a sufrir horrorosamente, porque ese Hijo sería de ese modo el único capaz de ofrecer una reparación infinita a la dignidad de Dios Padre ofendida por el ser humano en un «pecado original» (que históricamente no tuvo lugar)... 
- Sin fundamento real en el evangelio, esta teología apareció con el paso de los primeros siglos, y fue san Anselmo de Canterbury (siglo XI) quien le dio la re-configuración definitiva con que ha llegado hasta nosotros mismos, en nuestros catecismos infantiles. Es la visión clásica de la «redención», la muerte de Jesús en la cruz redentora, que «paga» con su sufrimiento al Padre, para que éste acceda a restablecer el buen orden de sus relaciones con la Humanidad. Estrechamente unida a esta teología está la idea del «sacrificio» de Cristo en la Cruz. Una teología que, por una parte, hoy día evidencia una imagen de Dios que resulta inaceptable. Por otra, se trata de una teología que aún figura –inexplicablemente- en los documentos oficiales... Celebrar la Exaltación de la Santa Cruz sin abordar estos problemas puede ser más cómodo, pero no más sincero ni más provechoso o pedagógico.
- La cruz de Cristo no debiera ser utilizada como símbolo de todo aquello que en nuestra vida humana hay de limitación estructural, de finitud natural. Esta es una dimensión natural de nuestra vida humana («las cruces de la vida»), y la cruz de Cristo no tiene nada de «natural», sino que todo lo tiene de «histórico». En la cruz de Cristo –si no queremos caer en mixtificaciones– no entran sus dificultades y limitaciones humanas, ni las nuestras: enfermedades, limitaciones, accidentes, ni la mala suerte. Eso no es la cruz de Cristo, sino avatares y peculiaridades de la vida humana, que hay que saber llevar y sobrellevar con gracia y con buen talante.
- La cruz de Cristo no fue un «designio de Dios», sino un designio humano, estrictamente humano. Jesús, por su parte, tampoco buscó la cruz: «Pase de mí este cáliz», y nunca deberá ser buscada la cruz, por sí misma, por parte de sus discípulos. aquel «Ave Crux, Spes única!» («¡Salve, Cruz, esperanza única!») del adagio clásico, hay que tomarlo con muchas «cautelas» en la forma de entenderlo. Ni Dios, ni Cristo «aman la Cruz», ni nosotros debemos «amarla», sino que, al contrario, debemos «combatirla». La tarea del cristiano, como la de Jesús, es, precisamente, combatir la cruz, liberar del sufrimiento al ser humano. Claro que, al luchar contra la cruz ocurre que se levanta la animosidad de los que están interesados egoístamente en los mecanismos de opresión, personas y estructuras que imponen una cruz sobre quienes luchan por liberar al ser humano de toda cruz. Otro adagio más moderno y más correcto dice: «Busca la Verdad, la Cruz ya te la pondrán». No hay que buscar la cruz, aunque no hay que retroceder un milímetro en la Verdad y en la lucha por la Justicia, por el miedo a la cruz que nos impondrán…
- En definitiva, lo que necesitamos exaltar no es la cruz, sino el coraje de Jesús, que optó por el Reino y por el amor, sin temor a la cruz que previó y estaba seguro que le iban a imponer. La exaltación de la fidelidad de Jesús a la Causa del Reino es el verdadero contenido de esta fiesta.
- Algunas personas se asustan cuando se hacen estas relecturas críticas. Les parece una actitud negativista... Prefieren que se hable sólo de lo positivo, y que lo demás quede sobreseído, como superado por el olvido… No compartimos esa opinión. Estamos en un momento de transición teológica, una transición que se hace lenta por causa precisamente de esa falta de sentido crítico en la teología y en la homilética. Si los predicadores (y los grupos de formación cristianos) asumieran como tarea habitual la de hacer la «digestión crítica» de todo el pensamiento viejo que aún lastra al cristianismo, sin duda que estaríamos en condiciones de dialogar mejor con el mundo actual. Por otra parte, toda renovación del pensamiento y de la vida necesita de un momento de «deconstrucción», sin el cual, frecuentemente, no es posible una verdadera renovación (re-construcción)" (Koinonía)

martes, 13 de septiembre de 2022

DAR VIDA


 
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo;"
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Jesús toca el féretro. Para los judíos, este gesto lo transformaba en impuro al instante. Sin embargo, para Jesús, este gesto es fuente de vida. El joven se levanta y empieza a hablar. A Jesús le acusaron muchas veces de hacer gestos impuros, tocar leprosos, curar en sábado, convivir con los pecadores; sin embargo esto le hizo fuente de vida. Nosotros también debemos transmitir vida a todo aquel que se nos acerca. Como Jesús debemos a la periferia, mancharnos con el fango, para dar vida allá donde no la hay.

"El episodio de hoy nos relata el encuentro de dos comunidades peregrinas: la que se resigna a la muerte y acompaña al joven fallecido con su madre viuda; y la que proclama la vida animada por Jesús y sus discípulos. Jesús, el Emmanuel, nos muestra su compasión por los que sufren, hacia quienes siente una compasión entrañable que lo mueve a brindar consuelo y esperanza. Hoy seguimos asistiendo a estas dos caravanas y nos toca decidir a cuál seguiremos. Las comunidades creyentes estamos invitadas a seguir comunicando la vida de Jesús a través de nuestro compromiso social en paz y en justicia. ¿Qué caravanas de resignación tendremos que transformar en oportunidad de vida? ¿Reconoces que eres portador de la vida de Jesús? " (Koinonía)

lunes, 12 de septiembre de 2022

INTERCEDER POR LOS OTROS

 

En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga". Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace". Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe". Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.


"El relato del evangelio nos ofrece diversas enseñanzas. Centrémonos en el amor del centurión por su siervo enfermo, que lo lleva a “interceder” o “abogar” ante Jesús. Hace a un lado la superioridad de su cargo e invierte tiempo, energías, recursos, ocupándose de salvarle la vida a su servidor. Además de enseñarnos sobre la sensibilidad que hemos de desarrollar para ayudar a otras personas, nos recuerda la fuerza que tiene la intercesión realizada con fe. ¿Cuántas veces solemos interceder por otros? Nos gana más bien la indiferencia y la falta de fe, porque no creemos que las cosas puedan cambiar o mejorar. La convicción del extranjero, sabiendo que puede hacer algo por su siervo, se gana la alabanza de Jesús; se convierte en una lección para nuestras sociedades donde todo se relativiza, incluidas la vida y la fe. El creyente ha de apoyarse no sólo en la fe en Dios, sino en la fe en sí mismo y en la humanidad. Intercede con fe por quien más lo necesite." (Koinonía)

domingo, 11 de septiembre de 2022

EL PADRE BUENO

 


En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido."
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles:
¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido."
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta."
También les dijo: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse
el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""

"Antes la llamábamos la parábola del hijo pródigo... Pero su principal protagonista no son los hijos, sino el Padre, siempre lleno de misericordia, por encima de todo.
Con gestos y palabras Jesús expresa su predilección por aquellas personas que en su época eran consideradas “perdidas” a causa del pecado. La cercanía y el cariño manifestado hacia ellos era motivo de crítica por parte de quienes se erigían como garantes de la fe y la religión. Jesús justifica su manera de proceder dándonos a conocer lo que aprendió de su Padre. Sus palabras nos ayudan a entender que su vida es un reflejo del corazón de Dios.
La parábola de “un padre que tenía dos hijos” revela a Dios como un Padre que venera a sus hijos con amor entrañable. La compasión, la misericordia y la ternura son sus notas más características. El relato nos hace saber que Dios ama a sus hijos, que los acompaña en sus decisiones y sufre sus yerros; que aguarda esperanzado y con ansias su regreso; efusivo en sus demostraciones de cariño; que festeja con alegría el momento del reencuentro. ¿Qué habrán sentido los oyentes de la parábola al oír estas palabras? ¿Qué habrán experimentado al saber que Dios estaba contento por reencontrarse con los pecadores, tanto tiempo excluidos de la mesa fraterna? ¿Con qué personajes de la parábola se habrán identificado? ¿Qué habrán pensado unos y otros? ¿Era posible que Dios actuase así con todos? ¿Era necesario dejar en evidencia el reproche y la amargura de aquellos que creían conocer a Dios, pero se daban cuenta que habían errado también ellos en el modo?
Padres... y madres
La parábola también puede parecer un icono del amor que muchas madres tienen por sus hijos cuando se meten en problemas o pasan dificultades. Porque sobre todo en nuestra sociedad, muchos hogares populares tienen por cabeza de familia a la madre; el padre no está ahí para aguardar pacientemente a los hijos que se fueron.
Pensemos especialmente en aquellas mujeres sufridas de nuestro pueblo que luchan para que sus hijos salgan de la trampa de las adicciones o la delincuencia. ¡Cuánto dolor en su corazón de madres! ¡Cuánta incomprensión hacia ellas por parte de otros miembros de la familia, que no entienden su cariño! ¡Y cuánta alegría cuando ven que ellos retoman el rumbo correcto, que se recuperan, que salen de la muerte! ¡Con cuánto amor los cuidan y los sostienen hasta en los peores momentos! Pensemos también en las madres que no se cansan de buscar y pedir que regresen con vida sus hijos desaparecidos, víctimas de la violencia.
¿Se perdió una... o las 99?
Jesús habla de la pérdida de una oveja, y dice que lo normal es dejar por el momento las 99 en el redil y salir a buscar a la extraviada. Pero se está dando alguna situación en la que parece que las cifras se han invertido: serían casi 99 las que se extraviaron, y sólo quedan unas pocas en el redil.
Eso es lo que parece sugerir la realidad (que a veces iguala la ficción) en algunas latitudes eclesiales actuales, por ejemplo, en el Norte de Europa y de América. Allí, en muchas partes, los cristianos andamos desconcertados. Piensan que una ola creciente de materialismo nos invade, que han muerto las viejas utopías, que una política monetarista y de realismo a ultranza se impone a todos los niveles. La sociedad parece secularizarse a marchas forzadas, y parece que la barca de Pedro zozobra... Muchos se han ido, y los hemos despedido con tristeza y resignación. Otros no entran en el aprisco, el panorama no les atrae. Quedamos unos pocos que, replegados sobre nosotros mismos, nos dedicamos a salvar-conservar lo que nos queda, ya que mucho se ha perdido. Da la impresión de que, efectivamente, se fueron las noventa y nueve ovejas, y que quedan sólo unas pocas, a cuya atención y conservación deberíamos dedicarnos por entero.
Como estamos en tiempos de «Iglesia en salida», es obvio que no vale el argumento de conservar los restos para justificar el no salir a la calle al encuentro de las 99. Pero tampoco servirá de mucho el salir a la búsqueda de esas 99, para volverles a presentar lo mismo, aquello precisamente de lo que ellos han querido alejarse. El caso es hoy más complejo: porque cuando se trata de un fenómeno tan masivo como es en el Norte de Europa y de América, no se puede seguir echando la culpa a la secularización... (No podemos maldecir la realidad sociológica: el mundo moderno es secular, y no va a poder ser de otra manera; lo que sí tendríamos que tener es una versión del cristianismo propia para el mundo secular, no pedir a las 99 que vuelvan a un redil de la cultura sacral de cristiandad de la que precisamente hace tiempo que sintieron la necesidad de liberarse)." (Koinonía)