martes, 30 de mayo de 2017

NOS HA MOSTRADO AL PADRE


"Habiendo dicho estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: “Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti. Pues tú has dado a tu Hijo autoridad sobre todos los hombres, para que dé vida eterna a los que le confiaste. Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.
Yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado lo que me encargaste que hiciera. Ahora pues, Padre, dame en tu presencia la misma gloria que yo tenía contigo desde antes que existiera el mundo.
A los que del mundo escogiste para confiármelos, les he hecho saber quién eres. Eran tuyos, y tú me los confiaste y han hecho caso a tu palabra.  Ahora saben que todo lo que me confiaste viene de ti, pues les he dado el mensaje que me diste y lo han aceptado. Han comprendido que en verdad he venido de ti, y han creído que tú me enviaste.
Te ruego por ellos. No ruego por los que son del mundo, sino por los que me confiaste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío; y mi gloria se hace visible en ellos.
Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo voy para estar contigo.

Empezamos a leer hoy la oración que Jesús hace en la Última Cena, ants de su muerte. La llamamos "oración sacerdotal".
En esta primera parte queda clara la identidad entre el Padre y el Hijo. Jesús pide la gloria. Ha cumplido su misión. Nos ha mostrado a todos quién es el Padre. Estamos convencidos de que Él viene del Padre. Pero, ¿de verdad esto cambia algo en nuestras vidas?¿Llevamos a la práctica lo que Él nos dijo? Deberíamos seguirle con paz y convencimiento, pero muchas veces cedemos ante las primeras dificultades. Sin embargo, Jesús rogó por nosotros. ¿Queremos mayor seguridad en nuestro camino? 



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