viernes, 9 de marzo de 2018

EL SELLO DEL AMOR


"Al ver lo bien que Jesús había contestado a los saduceos, uno de los maestros de la ley, que les había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:
– ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? 
Jesús le contestó:
– El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ Y el segundo es: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ Ningún mandamiento es más importante que estos.
El maestro de la ley dijo:
– Muy bien, Maestro. Es verdad lo que dices: Dios es uno solo y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y que todos los sacrificios que se queman en el altar. 
Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado con buen sentido, le dijo:
– No estás lejos del reino de Dios.
Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas."

La respuesta de Jesús es tan importante, que, como el fariseo, decimos que es cierto, pero ¿lo cumplimos?
Jesús nos está diciendo, que toda nuestra vida debe estar marcada por el sello del Amor. Se pueden cumplir todas las normas y mandatos; se pueden realizar todos los ritos y ceremonias...pero si no hay amor, nuestra religión no vale nada.
Amar no es fácil. Hoy hablamos del amor con mucha facilidad y llamamos amor a cosas que están muy lejos de serlo. A amar, se aprende poco a poco, a lo largo de la vida. Es viviendo nuestra vida como entrega, que vamos profundizando en el amor.
Jesús nos presenta el amor a Dios y el amor al prójimo, como la misma cosa. Como algo que debe estar íntimamente unido. 


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