domingo, 11 de marzo de 2018

MIRAR A JESÚS


"Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. 
Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios."

En el desierto, quienes miraban la serpiente de bronce levantaba por Moisés, se curaban de las mordeduras de las serpientes de verdad. Es un símbolo de la cruz. Jesús será levantado en alto y quien lo mire será salvado.
El evangelista Juan nos presenta siempre a Jesús como la luz salvadora. La luz es el bien y la oscuridad el mal. Nosotros debemos dirigirnos a la luz, ser hijos de l luz, para ser salvos. La oscuridad, lo escondido nos lleva al mal. La verdad, la transparencia ha de ser nuestra preocupación.
Mirar a Jesús, seguir su ejemplo, ese es nuestro camino.



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