sábado, 23 de noviembre de 2019

DIOS DE LA VIDA


"Después acudieron algunos saduceos a ver a Jesús. Los saduceos niegan que haya resurrección de los muertos, y por eso le plantearon este caso:
– Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa a la viuda para darle hijos al hermano que murió. Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. El segundo y luego el tercero se casaron con la viuda, y lo mismo hicieron los demás, pero los siete murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer. Así pues, en la resurrección, ¿cuál de ellos la tendrá por esposa, si los siete estuvieron casados con ella?
Jesús les contestó:
– En este mundo, los hombres y las mujeres se casan; pero los que merezcan llegar a aquel otro mundo y resucitar, sean hombres o mujeres, ya no se casarán, puesto que ya tampoco podrán morir. Serán como los ángeles, y serán hijos de Dios por haber resucitado. Hasta el mismo Moisés, en el pasaje de la zarza ardiendo, nos hace saber que los muertos resucitan. Allí dice que el Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¡Y Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos! 
Algunos maestros de la ley dijeron entonces:
– Bien dicho, Maestro.
Y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas." 


"Los saduceos negaban la resurrección, ya que en vida detentaban el poder económico y político, lo que les daba todo lo que necesitaban, al punto que no les importaba colaborar con los invasores romanos. Le plantean a Jesús un caso hipotético basado en una ley absolutamente degradante para las mujeres, porque implica que varios hombres tomen posesión de una misma mujer con el solo objeto de hacerla “producir” un hijo. La respuesta de Jesús es clara: hay una diferencia radical entre nuestra vida terrestre y la vida plena en la nadie será propiedad de otro… como los ángeles. Sin caer en lo absurdo de lo planteado por los saduceos, muchas veces nos preguntamos: ¿Qué hay después de la muerte? Hoy encontramos todo tipo de grupos preocupados con el fin del mundo, con los espíritus, con supuestas revelaciones o visiones del más allá. Gastamos mucho tiempo y energías en discusiones inútiles sobre estos temas en lugar de preocuparnos más por la realidad… por el sufrimiento de tantos hermanos y hermanas que necesitan nuestra solidaridad." (Koinonía) 


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