miércoles, 10 de enero de 2024

¿QUIÉN BUSCA A QUIÉN?

 


Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al momento se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, llevaron ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos le conocían.
 De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar apartado. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús, y cuando lo encontraron le dijeron:
– Todos te están buscando.
Él les contestó:
– Vayamos a otros lugares cercanos a anunciar también allí el mensaje, porque para esto he salido.
Así que Jesús andaba por toda Galilea anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios.

Nos dice el evangelio que todos lo buscaban. Pero, quién realmente los buscaba era jesús, dejándose encontrar. Nosotros creemos buscarlo, pero es Él quien nos busca a nosotros.  Si Él no se dejara encontrar, nuestra búsqueda sería inútil. En realidad, siempre está a nuestro lado; pero si no sabemos verlo, no lo encontraremos. Está en el pobre, en los niños, en los necesitados, en los enfermos, en los perseguidos...Si no nos damos cuenta de esta presencia...nunca lo encontraremos.

"El Evangelio de hoy narra una especie de “24 horas de Jesús”: a mediodía, en casa de Simón y Andrés. Tras la comida, por la tarde, le vemos rodeado de gente, aportándoles salud. Después de la noche, madruga para orar en un lugar apartado. Y cuando le encuentran sus discípulos para decirle que todos le buscan, se pone de nuevo en camino…
Jesús no para. Lleva un fuego en el corazón y eso le mueve constantemente. “El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”- dirá en una ocasión. La comida y el descanso tienen sentido desde ese fin: cuidar la vida para poder seguir sirviendo. Los éxitos se celebran también desde esa perspectiva, y las dificultades se viven como parte de esa misión.
Jesús tiene la vida integrada, porque tiene un “centro unificador”: Dios y su Reino. Las dos cosas son importantes: ni un “Reino sin Dios”, que se convertiría en una ideología más entre las muchas que tiene nuestro mundo; ni un “Dios sin Reino”, que se transformaría en un refugio de la vida alejado de la realidad. El “Dios del Reino” y el “Reino de Dios”. De su amor vive; y existe para su venida. Desde ahí lo vive todo.
En un mundo con tantos anuncios, tantas ofertas, a veces a tan bajo coste, corremos el riesgo de vivir de saldos, “de rebajas”, por debajo de nuestras posibilidades. Y descentrados, perdidos en la selva de la vida. Jesús nos invita hoy a apostar por metas altas. Hemos sido hechos para cosas grandes: vivir, crecer, amar, servir, entregar… No nos conformemos con las migajas del banquete de la vida. Dios nos ha sentado a su mesa y Jesucristo cuenta con nosotros. Vivir por Él, con Él y desde Él puede centrar la vida y las energías, para que no se pierdan desparramadas.
Señor Jesús, aquí me tienes.
Centra mi vida
en el Dios del Reino y en el Reino de Dios
para que, como Tú,
viva unificado,
acogiendo lo recibido y entregándolo a manos llenas."
(Luis Manuel Suárez cmf, Ciudad Redonda)

No hay comentarios:

Publicar un comentario