miércoles, 3 de enero de 2024

VER A JESÚS

  


Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! A él me refería yo cuando dije: ‘Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existía antes que yo.’ Yo mismo no sabía quién era él, pero he venido bautizando con agua precisamente para que el pueblo de Israel le conozca.”
Juan también declaró: “He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma, y reposar sobre él. Yo aún no sabía quién era él, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo.’ Yo ya le he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.”

Juan ve a Jesús y da testimonio de Él. Nosotros también debemos "verlo". Él se nos presenta cada día en los pobres, en los necesitados, en los pequeños...en los demás. Debemos saber verlo, pero no quedarnos sólo en esto. Debemos dedicar nuestra vida a ayudar a los demás, a luchar para erradicar la pobreza, la injusticia el mal. Esa es la forma de seguir a Jesús. Este Jesús que nos aparece en el evangelio de hoy con el Amor sobre Él.

"En el Evangelio hoy Jesús no dice ni una palabra. Simplemente aparece acercándose a Juan el Bautista. Su figura se queda en un segundo plano y es Juan el centro del relato. Es Juan el que da testimonio de Jesús. Juan dice todo lo que piensa de Jesús. Su testimonio termina afirmando que “éste es el Hijo de Dios”.
Tengo la impresión de que muchos cristianos se han quedado en este punto del Evangelio y no han ido más allá. Han recibido el testimonio de otros sobre Jesús. Han recibido catequesis, charlas, homilías. En todos esos momentos, alguien, sacerdote, catequista, religioso, laico comprometido, les ha hablado de quién es Jesús. No solo han recibido clases de teología. Todas esas personas también les han ofrecido su testimonio vital. Con el corazón en la mano les han hablado de quién es Jesús para ellos, lo que ha significado su palabra y su presencia en sus vidas. Los oyentes se han quedado impresionados. Les han ofrecido una imagen de Jesús tanto a nivel de ideas como a nivel vital. Muchos la han asimilado. Jesús, ese Jesús del que les han hablado a pasado también a formar parte de sus vidas. Pero no han pasado de ahí.
Con ese “no han pasado de ahí” quiero decir que no han dado el siguiente paso, que no han seguido leyendo el Evangelio. En otras palabras, que no han hecho el esfuerzo de encontrarse ellos directamente con Jesús. Se han quedado en lo que les han dicho de él.
Sería bueno que diesen / diésemos ese paso. Ciertamente no podemos encontrarnos con Jesús como se encontraron con él los discípulos. Ellos tuvieron la oportunidad de convivir con él día a día durante unos años. Pero en nuestras manos podemos tener el tesoro que son los Evangelios. Ellos nos ofrecen esa posibilidad de encontrarnos con Jesús casi en vivo y en directo. Ya no son las palabras de hombres y mujeres de hoy sino el testimonio vivo de los que le conocieron y convivieron con él. Posiblemente, nos encontraremos con un Jesús con una personalidad más rica y más llena de matices que la que nos ofrecen esos testimonios, que también tienen sin duda su valor pero que no pueden sustituir este encuentro personal con el Jesús que nos ofrecen los Evangelios."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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