sábado, 8 de junio de 2024

UN CORAZÓN DE MADRE

 

Los padres de Jesús iban cada año a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron todos allá, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorprendieron. Y su madre le dijo:
– Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.
Jesús les contestó:
– ¿Por qué me buscabais? ¿No sabéis que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre?
Pero ellos no entendieron lo que les decía.
Jesús volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en el corazón.

En un corazón de madre cabe todo lo que hace siente, piensa, vive...su hijo. María guardaba todas las cosas de Jesús en su corazón. Por eso debemos pedir a María que nos muestre su corazón. En él encontraremos a Jesús. En él conoceremos al verdadero Jesús. María nos conducirá a Jesús.

"Celebramos la otra fiesta del corazón. En la fiesta del Inmaculado Corazón de María celebramos el amor maternal con el que María acompañó a su Hijo desde el nacimiento hasta la muerte. Su Hijo no era para ella, sino para cumplir el proyecto del Padre. No lo retuvo, tampoco lo dirigió. No fue fácil para María descubrir y comprender las palabras de Jesús: “¿No sabéis que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”.
María tuvo también que hacer su camino para escuchar a Jesús. Busca, acoge y guarda las respuestas de su Hijo. Todo este camino lo recorre María a golpe de amor, ternura y esperanza.
El corazón de María fue comparado con la tierra buena en la cual la Palabra de Dios produce el ciento por uno. Para ser discípulos amados de Jesús y acoger a María como madre espiritual necesitamos ser hombres y mujeres de corazón, como Jesús, como María. El corazón de María está siempre junto al de su Hijo, atravesado, pero latiendo al mismo ritmo. ¿Cuál es el ritmo nuestro? Dejemos que las palabras de Jesús penetren en nuestro interior para que hagan su obra en nosotros."
(Salvador León cmf, Ciudad Redonda)

1 comentario:

  1. Heus aquí jo, serventa del Senyor. Que es faci en mí segons la seva paraula.

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