Como sucedió en tiempos de Noé,o sucederá también en los días en que venga el Hijo del hombre. La gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca, cuando llegó el diluvio y todos murieron. Y lo mismo pasó en los tiempos de Lot: la gente comía y bebía, compraba y vendía, sembraba y construía casas; pero cuando Lot salió de la ciudad de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y todos murieron. Así será el día en que se manifieste el Hijo del hombre.
Aquel día, el que se encuentre en la azotea y tenga sus cosas dentro de la casa, que no baje a sacarlas; y el que esté en el campo, que no regrese a su casa. ¡Acordaos de la mujer de Lot! El que trate de salvar su vida la perderá, pero el que la pierda, vivirá.
Os digo que aquella noche estarán dos en una misma cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán. Dos mujeres estarán moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.
Le preguntaron entonces:
– ¿Dónde ocurrirá eso, Señor?
Y él les contestó:
– Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.
Estamos llegando al final del año litúrgico y empiezan estas lecturas escatológicas difíciles de interpretar. El evangelio nos invita a no querer "salvar nuestra vida". De lo que se trata es de poner todo nuestro interés en salvar la de los demás. Es lo que hizo Jesús.
(...) Quizá haya muchas personas que desearían aprovechar estas lecturas para “demostrar” que Dios no es el Padre amoroso, sino un ser cruel; y quizá haya otras que también las tomen para asegurar que Dios es juez y no va a dejar pasar impune el mal que se haya hecho en esta vida. Si bien esta última interpretación esté más cerca de la verdad, hay también un hecho incontestable. ¿Cómo va a ser que en la venida se lleven a unos y se deje a otros? ¿Cómo se hará esta distinción? La respuesta parece enigmática, pero también encierra un desafío y una advertencia: las aves de rapiña van al cadáver. La culpa de que haya un cadáver no es de Dios, lógicamente, sino de quien ha matado en sí el amor, la verdad, la justicia. De quien ha rechazado el agua de la vida y se ha convertido en cadáver ambulante. O, de quienes, desafortunadamente, se han dejado engañar, como advierte san Pablo en la primera lectura. Alaba el Apóstol a quienes se han mantenido en la verdad y el amor. Esos serán quienes al final sean llevados al cielo; los que no serán arrojados al mar como pescado podrido.
Más allá de las “fake news” tan prevalentes en este mundo, está el engaño sutil, el que va enredando, pudriendo y matando sin que las personas se den cuenta. Porque luego se sorprenden: ¿quién, cómo será arrebatado? Las aves de rapiña reconocen el cadáver. Reconocen a quienes se han dejado llevar por ideologías, costumbres y corrientes del mundo que poco tienen que ver con la verdad, la justicia y el amor del reino de Dios.
(Virginia Fernández, Ciudad Redonda)
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