Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.
A los ocho días circuncidaron al niño y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre que el ángel había dicho a María antes de que estuviera encinta.
En este comienzo de año, deberíamos dedicar un tiempo de silencio y calma a mirar todo lo bueno que hemos recibido en el 2024. Dar gracias y guardarlo en el corazón. Como María, contemplar a Jesús, reconocer lo mucho que nos ama, las gracias que nos da y guardarlo en nuestro corazón. Esa luz nos ayudará a su vez a iluminar a los demás.
"En el mundo hispano, como lo era antes en la mayoría del mundo católico español y europeo, existe la costumbre de que los padres den la bendición a sus hijos antes de salir de casa, antes de emprender algún trabajo, o al final del día. Algunos esposos también se la dan mutuamente al empezar el día. Bendición es hablar bien, dar una buena palabra, invocar la protección de Dios sobre el día. Es pedir que el rostro de Dios, es decir, la gloria de Dios, brille sobre nosotros en toda la vida. Esa bendición acarrea la paz.
Es la misma bendición que envía el Espíritu de Dios sobre nosotros, de manera que somos hijos de Dios. Y si hijos, herederos de la gloria, de toda esa bendición de la luz del rostro de Dios. Los pastores marcharon anunciando el mensaje de gloria que habían oído.
Una consecuencia lógica es que, si somos hijos de Dios, somos también hijos de María, la que guarda todas estas cosas en su corazón, la que es puerta de la salvación, de la paz, y de la adopción como hijos. En tiempos antiguos, la adopción significaba un vínculo legal importantísimo, que podía suponer incluso la primacía en derechos del hijo adoptado. El ser hijos adoptivos nos da, pues, no solo derechos sino una vocación ineludible a anunciar al Padre y a comportarnos como hijos en el Hijo. El ser hijos obliga a ser hermanos, lo cual equivale a un compromiso de paz. Los hermanos andan en paz y buscan la paz.
Hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz y, si miramos alrededor, quizá veamos mucha más guerra que paz. Vemos violencia armada, violencia familiar, violencias incluso dentro de nosotros mismos. A nivel cotidiano, quizá veamos los muchos momentos en que las pequeñas irritaciones equivalen a tentaciones de violencia de pensamiento y de palabras. Pueden llevar a breves o largos enojos. Podrían, eventualmente, conducir a la ruptura. Ser hijos de Dios, hijos de María, la Madre de Dios, significa pedir su suave protección, su palabra, para hacer la paz tanto en momentos pequeños como grandes. Significa ser bendición unos para otros: pasar la buena palabra, la buena dicción de la gloria de Dios, que reconoce y alaba. Significa implorar la protección de Dios sobre todos."
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda
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