lunes, 27 de enero de 2025

EL MAL

 

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres:
los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Los letrados y fariseos acusan a Jesús de expulsar el mal con el mal. No saben ver que está lleno del Espíritu. Por eso no tienen perdón. Dios lo perdona todo, como Jesús cura todo mal. Pero si no lo aceptamos, si además lo acusamos de maligno, no podemos ser perdonados. No podemos ver el mal en lo que está lleno de bien, en el que es el Bien.

"Letrados y fariseos quedan alarmados por la actuación de Jesús. ¿Qué está sucediendo con el aquel nuevo profeta que tanto atractivo ejercía sobre el pueblo? La reacción de alarma se disparó ante las cosas que hacía y decía Jesús.  Ellos estaban convencidos de que eran los responsables de la verdad absoluta, que nunca se podía poner en cuestión.
¿Qué hicieron los escribas? Impedir el mal que procedía de Jesús atribuyendo sus curaciones al poder del jefe de los demonios.
Los letrados se niegan a reconocer la novedad del Espíritu, que actúa por cauces que no son los que ellos establecieron “oficialmente”. Como Jesús se sale de esos cauces, concluyen que el Espíritu no actúa en él y sí actúa por los caminos que ellos han establecido. Se cerraron a la sorpresa, pusieron límites a la acción del Espíritu. ¿Caemos nosotros en esa tentación?
El pecado contra el Espíritu consiste en no reconocer la acción de Dios allí donde se manifiesta. Las altas autoridades del templo permanecieron en su ceguera para no acoger ninguna novedad del Espíritu y desautorizar a Jesús.
El año jubilar que hemos iniciado es una llamada a peregrinar en esperanza, a estar atentos, a escuchar la Palabra, a captar la acción de Dios en la historia: “Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro; liberados de las tinieblas, lo ojos de los ciegos verán” (Is 29,18)
¿Qué espero de este año jubilar?  ¿Tenemos los cristianos una “visión de esperanza” para este mundo o, por el contrario, el cristianismo se ha fundido de tal modo con nuestra sociedad que compartimos las ambigüedades y contradicciones de esta y ya no tenemos ningún mensaje de esperanza que ofrecer a nuestros contemporáneos?"
(Salvador León cmf, Ciudad Redonda)

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